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Un presidente bueno

Desde el inicio del mandato del actual presidente se desató una oposición irracional, sin dejarle siquiera unos días de prueba

14 de octubre de 2021 Por: Vicky Perea García

Para los que suelen hablar de ‘estallido social’ y calificar con mala intención al gobierno del presidente Duque de dictadura, otros de demasiado blandengue y no falta el extremista que diga que ha sido el peor gobierno de la segunda mitad del Siglo XX para acá, pienso que, así me tilden de derecha que no lo soy ni lo he sido -soy liberal de centro izquierda como lo eran Alfonso López, Gaitán, Carlos Lleras- es fácil recordar, sin que se preste a discusión, que esa gran mayoría de votos que le dieron la victoria a Duque fue plenamente legal y exenta de toda sospecha. Ninguno se equivoque ni haga equivocar a nadie creando mentiras.

Que no digan entonces que el pueblo salió a las calles a protestar en un ‘estallido social’, porque es una enorme y truculenta falacia. Ha de recordarse que fue Petro, el inefable, experto en todas las trapisondas, quien convocó a sus electores a la protesta cada ocho días después de la posesión de Duque, haciendo estremecer con sus métodos marxistas las bases de la democracia. Era, sin lugar a dudas, un reflejo del conocido foro comunista de Sao Pablo.

Eso quiere decir que desde el inicio del mandato del actual presidente se desató una oposición irracional, sin dejarle siquiera unos días de prueba. Naturalmente, es una oposición criminal y antidemocrática que comenzó con sus zapatos Ferragamo el ‘profeta’ Petro.

Pero fueron unos días después cuando, acolitando a este fatal personaje, los miembros de las centrales obreras seguidores suyos decretaron un paro indefinido, provistos de buen billete que provenía del Eln, que por una parte agitaba finos instrumentos musicales en los desfiles y por la otra mostraba las falanges de facinerosos terroristas, destructores de los bienes públicos y asesinos de policías que quemaban y martirizaban hasta darles muerte, cerrando además carreteras y avenidas. Eran los vándalos.

Esto, que el país conoce, no es pues un estallido social justo sino un atentado permanente a la democracia y a la paz republicana. Quieren tomarse el poder a como haya lugar, tal vez siguiendo el lema de un odioso personaje que ordenaba en los años 49 de la pasada centuria: “Hay que volver invivible la República”.

Entre tanto el presidente Duque trabajaba a la vista de todo el mundo intensas horas luchando contra una pandemia que, afortunadamente para los del ‘estallido’ conducía a la muerte, al desempleo y a la pérdida de capitales de trabajo que esos facinerosos aumentaron con sus bloqueos criminales y acabaron con los bienes públicos del transporte. Ah, pero aquellos políticos del mamertismo o sus idiotas útiles, no tienen rubor en confundir los vándalos criminales con una juventud soñadora y patriota.

Acaba de regresar Duque de un viaje productivo consiguiendo recursos que puedan reponer los que devoró la pandemia y aquellos que los vándalos destruyeron. Y uno sabe de la inteligencia del presidente y su buena voluntad, porque lo ve actuar y se encuentran los resultados en las cifras económicas, no obstante las voces concertadas de los antipatria, empeñados en convertirnos en otra Venezuela. Hay por cierto, como resultado del odio que han despertado, especialmente contra el expresidente Uribe, una gran confusión.

No obstante, el juego limpio de la democracia que Duque garantiza, habrá de señalar un nuevo presidente honrado como él, dispuesto a afrontar la crisis con capacidad y esfuerzo, no obstante que a los petros y otros de su calaña les parezca que nos estamos ahogando en nuestras propias penas.

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