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Así es la política

Matar en Colombia no es antiético, porque lo dice el Nobel y sigue caminando tan campante como Johnnie Walker, sello azu

18 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

Estudiado en la pose, bien calculado de movimiento, aunque no sea un adonis, con vestido elaborado en el Savile Row del distrito Mayfair londinense y sin que le sobre una onza de grasa, ese que camina con tal donaire, es el premio Nobel de la Paz Juan Manuel Santos, dos veces presidente de Colombia. Se le siente el orgullo por lo que ha conquistado en una vida ya larga de comodidades y regalada, aún en lo tocante a ser presidente, porque ese honor se lo debe a otro a quien él convirtió en su enemigo. Todo, pues, lo tiene calculado.

No obstante, acaba de dirigirle una carta al que se hacía llamar ‘Timochenko’ en la que se atribuye él mismo (Santos) culpas en las negociaciones en las que todo lo entregó como en un juego de póker; y agrega: “Y recuerdo que específicamente les dije que matarme a mí sería parte de las reglas de juego, y -por supuesto- viceversa. Por eso no hubiera sido ‘antiético’ (darle muerte como a Álvaro Gómez Hurtado y a miles de compatriotas), pero agradezco el gesto”.

Bueno, me parece que no debe dejarse pasar este dislate como un simple error de hombre tan importante; y que no puede tomar forma la consideración del ‘derecho’ que tenían las Farc de asesinarlo a él y al que quisieran, sin que tal cosa fuera ‘antiética’. Qué esperanzas las que nos quedan de que este hombre tan formal sea portador de tales ideas.
Matar en Colombia no es antiético, porque lo dice el Nobel y sigue caminando tan campante como Johnnie Walker, sello azul.

Empero, detrás de estos detalles, han ocurrido otros hechos que podrían dar base a los resultados políticos del próximo año, cuando la democracia imponga nuevas elecciones y cambio de gobierno. Se han conformado unas coaliciones que son las que deciden los gobiernos. Veamos un poco:

La primera de ellas es la que conformó Álvaro Uribe, objeto él de los manejos torcidos de una magistratura permeada por el mamerto Iván Cepeda, que las mayorías repudian con rabia. En silencio Uribe fue construyendo el tejido y se fue conformando un estado de conciencia, tomando internamente como única regla, lo que disponga la democracia.

Es de anotar que hoy, después de la dolorosa muerte de Carlos Holmes Trujillo, las grandes mayorías nacionales ven con tristeza como éste era el más seguro ganador. El estadista sin mancha, a pesar de las encrespadas voces de sus enemigos mamertos. Pero se fue y eso no tiene remedio. El Valle del Cauca perdió pues esta gran posibilidad.

No obstante, allí entra a jugar una líder que, sin duda ha logrado a base de esfuerzos propios y buen gobierno, consolidar un gran prestigio en esta región y en toda Colombia. Se trata de Dilian Francisca Toro, hoy directora del partido de la U, parte de la coalición de gobierno; y digamos de modo directo, con una gran perspectiva en la coalición de Uribe Vélez. Porque tiene votos, muchos votos. Igual cosa se puede decir de la costa con el liderazgo de la familia Char. Lo que quiere decir que
geográficamente, en los territorios de la coalición, está la victoria.

Entretanto Santos y sus aliados se desbaratan la imagen ante una bandera de rencores y Petro y sus paniaguados van cayendo por el recuerdo de los enormes fajos de dinero y las fotografías de las chatarras que importó como carros de basura a precios altos, cuando fue alcalde.
En este país, como dijera López Michelsen, hay que poner a la gente a recordar. Ya volveremos sobre este tema.

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