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Adelante María Fernanda

Ellos son criminales a los que nada les pasa, no obstante la violación de normas reconocidas del código penal y la Constitución. Porque son enemigos de esta Colombia maltratada por el destino, aunque internacionalmente –como buenos mamertos que son- tienen cierto dominio en las entidades

8 de julio de 2021 Por: Armando Barona Mesa

No, no es fácil escoger un candidato para gobernar a un país tan complejo como Colombia. Hay en este momento más de doscientos que disputan el honor de la democracia, unos de buena manera, otros no tanto. Es todo un misterio del futuro saber quién va a ganar. Pero por supuesto en el curso de los meses y los días uno va oyendo y viendo a personajes de todos los tonos. No falta el loco que propone -así ocurrió años atrás-, la pavimentación del río Magdalena. Hoy venden la paz que procede del odio.

Por supuesto van saliendo a la luz cosas que interesan. Uno de los jerarcas de Fecode, el señor Nelson Alarcón, de aquellos que ganan mensualmente más de cuarenta millones de pesos –está probado-, soltó la lengua con jactancia para señalar que tanto el paro como los bloqueos criminales, y la destrucción de los buses y estaciones de servicios, y los saqueos, hechos cruentos a los que se suman ataques a la policía -quemaron vivos a algunos-, eran estrategias conducidas a ganar el poder para la izquierda extrema encarnada en Gustavo Petro, el jactancioso personaje del alto mamertismo, en quien no es tan difícil distinguir a un vendedor de específicos o a un payaso.

Y recibieron dinero del exterior y de aquí mismo, y paralizaron la economía sin importarles el duro golpe que habíamos recibido los colombianos de la pandemia y mostraron el poder de la violencia aprovechándose de que el presidente Duque es un buen hombre incapaz de hacer correr la sangre por las calles. Ellos son criminales a los que nada les pasa, no obstante la violación de normas reconocidas del código penal y la Constitución. Porque son enemigos de esta Colombia maltratada por el destino, aunque internacionalmente –como buenos mamertos que son- tienen cierto dominio en las entidades gubernamentales de derechos humanos que los absuelven, como acaba de ocurrir con la Cidh.

Tuve la fortuna de conocer a María Fernanda Cabal Molina, de cuya familia he sido amigo desde los lejanos tiempos de la juventud. Ya la había visto y oído en medios. Ella, con la voz de una muchacha, suavemente, ha ido contestándole al señor Petro sus insultos sin alterarse. Pensaron que a punta de propaganda en las redes podían vender la imagen de una loca. Pero un día la vi serena darle una paliza contundente a las mentiras y audacias de éste personaje de pacotilla que pretende, como Ortega de Nicaragua, instaurarnos la dictadura del proletariado, que es la suya propia. Pensé entonces decirle a los envalentonados mamertistas lo que le dijo un experto parlamentario a otro impertinente: “No se meta, que está hondo”.

¿El país necesita una mujer? Siempre será bueno. La mujer sabe administrar aún las complejidades de un estado moderno dentro de los moldes de la democracia. Óiganla, analícenla, valórenla, porque sus palabras valen mucho más que las del montaje populista y fullero. Como lo anota María Isabel Rueda, puede que no gane, “pero hará muy entretenida la elección”.

Más también debo apuntar que Oscar Iván Zuluaga, al cual le hicieron trampas y maniobras, y quien había ganado la primera vuelta a Santos con nueve millones de votos, y que no es de derecha como lo pretenden los profetas del populismo sino un liberal de centro izquierda, está allí con su inteligencia en reposo. En verdad que se abren las esperanzas de la gran mayoría de colombianos que somos conscientes del riesgo de que nos den un golpe de opinión los talabarteros de la extrema izquierda y sus amigos los idiotas útiles.
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