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Mal agradecidos y ofendidos

Algo debe pasar en muchos sentimientos íntimos de Colombia, amén de la...

17 de febrero de 2013 Por: Antonio José Caballero

Algo debe pasar en muchos sentimientos íntimos de Colombia, amén de la envidia que pertenece al alma nacional. Para muestra, la reacción de ese conglomerado hipócrita que todo lo ve mal, al informarse sobre la iniciación del proceso de beatificación del padre Rafael García Herreros.Quién dijo miedo. De inmediato la jauría de los fariseos se lanzó a reclamar sobre el pasado del telepadre, de sus conversaciones con Pablo Escobar y los dineros recibidos, según ellos, de las mafias de Medellín. Toda una tabla de pecados le tenían apuntada a un cura que no hizo más que convocar con su carácter fuerte y limpieza de alma a los ricos del país para que “comieran mal una noche del año y pagaran bastante para dar vivienda a los pobres de Colombia”.Eso fue lo que hizo. Su obra fue continuada por el padre Diego Jaramillo en el Minuto de Dios, barrio que multiplicó en varias ciudades de Colombia y que hoy da techo a miles de familias que antes vivían en la calle o pagando arriendos inalcanzables. Ya quisiera preguntar a esta recua de indolentes cuántos pesos sacaron de sus bolsillos para contribuir a la casa de los menesterosos de este país que aumentan todos los días gracias a su ambición desmedida de dinero.Quisiera preguntar qué gobierno de los que hemos tenido dejó al país los barrios que este cura lleno de fe, de perdón y de carácter, construyó para los pobres, incluida la universidad que sirve hoy de la mejor manera a los de clase media para abajo. Triste el panorama que nos muestra al grupo de malagradecidos que sacó de las manos del secuestro y que no han tenido palabra alguna de reconocimiento para el cura que dejó el pellejo en las murmuraciones de este país que nació, al parecer para criticar mucho y hacer poco por los demás.Me constan sus conversaciones con Pablo Escobar porque me las contó. Me consta su pobreza absoluta y sé que si algún día le dieron dinero los mafiosos, está invertido en ladrillos de alguna casa del Minuto de Dios.Como suele ocurrir con estos hombres santos, nadie vio su obra. Nadie resalto que fue a través de él que el asesino y narcotraficante más buscado se le entregó y luego a la Justicia, y que lo que pasó en la tal ‘catedral’ lo debe responder el gobierno de entonces, al que lo entregó cuando lo sacó de su escondite. Es el presidente de entonces, a sus ministros, sus militares y policías antinarcóticos y los políticos de turno que recibían dineros malditos para llegar al Congreso, quienes deben contar la verdad de las historias posteriores a la gesta de García Herreros.Amnesia y envidia de desinformados comentaristas y malagradecidos comentadores de cocteles. Ojalá hubiéramos tenido miles de sacerdotes como este santo que llegará a los altares con su ejemplo, así en su propia tierra los fariseos se rasguen las vestiduras. Mientras tanto, colocamos en él este día que pasa y la noche que llega.***Estoy en Ecuador que hoy reelige al presidente Rafael Correa y creo que no hará falta la segunda vuelta. Su gente le reconoce muchas obras realizadas con los dineros que antes se llevaban las multinacionales del petróleo, y que él recuperó para infraestructura vial, educación y salud. Ojalá en Colombia aplicáramos lo mismo en lugar de contaminar más al mar con carbón y a los ríos con mercurio y químicos prohibidos.