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La voz de la calle

Todos creían que las manifestaciones de los indignados brasileños eran solo carnaval;...

23 de junio de 2013 Por: Antonio José Caballero

Todos creían que las manifestaciones de los indignados brasileños eran solo carnaval; que aprovecharían la Copa Confederaciones para mostrarse al mundo y luego el ‘jogo bonito’ en el gran Maracaná ahogaría la furia de los amargados que protestaban por un aumento mínimo en el transporte público. Pues no. Es la voz de la calle que no aguantó más mentira y corrupción y exige salud, educación y trabajo que garanticen por encima de los lujos deportivos.Y han sido los jóvenes quienes protagonizaron estos sucesos. Son los universitarios hambrientos de posibilidades para estudiar antes que la Copa Mundo y la Confederaciones, y los Olímpicos que dejan la gran tajada a la mafia de la Fifa que sobre todo en Brasil es útil pero no necesaria en este momento de temor por la situación económica que cierra posibilidades. Menos circo y más oportunidades para el saber, para sobresalir, para triunfar científicamente con la misma ‘canarinha’ que conoce todo el mundo, compartiendo el deporte con el saber.Lástima por los daños causados por los vándalos que la policía tiene identificados y que parecen fantasmas que aparecen en medio del humo de las molotov y de las llamas terroristas que los cubren para asaltar y dañar todo. La PM y la Policía Federal los enfrentaron, y cordialmente definió fronteras: “La Policía es pacífica pero no pasiva”. De lamentar, el joven muerto, los centenares de heridos y los daños.La lección: la voz de calle hay que escucharla más que a los políticos que dirigen la corrupción en nuestros países. Es sabia porque está llena de argumentos, de realidades, de propuestas y de posibilidades de cambio. Doña Dilma así lo entendió y rectificó. El petróleo será motor del nuevo plan educativo, mientras la salud tendrá reformas y planes internacionales inmediatos que deberá aprobar el legislativo. Su llamado fue urgente a los empresarios brasileños para crear más oportunidades de trabajo. Con esto capotea el temporal que amenazó hasta con el retiro de algunas delegaciones asustadas por la protesta de más o menos tres millones de personas, y por muchos saqueos en hoteles de Brasilia, Recife y Río.Yo no sé qué estarán pensando los corruptos de los carruseles colombianos que cometieron el peor pecado del mundo: robar al pueblo que los eligió, o que les consignó, o que confió en ellos sus impuestos para que los malversaran y los escondieran en sus paraísos bancarios.Dice un refrán por allí que: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Esto ya pasó en Venezuela, en Argentina, en Chile. Y son los mismos problemas comunes: salud, educación y corrupción. La diferencia es que ahora son los jóvenes, es la semilla la que está pendiente de todo y de todos. Es la que va sintiendo el peso del futuro que se le viene encima sin compasión y por eso quiere saber qué tiene, quién lo administra y cómo debería diseñar su modelo social cerrando tanta brecha que ahora los separa.Salvo los desadaptados, los jóvenes brasileños demostraron cultura política y “Orden e Progresso” para su país.Y lástima de O Rei “Pelé”. Debería sentarse en el trono de la gloria, disfrutarla y compartirla con todos los que lo respetamos. Pero nos duele cada intervención ridícula como la de esta semana con las protestas: “olvidemos los problemas con la pasión del fútbol”.