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La revuelta de las mulas

Lo que en principio era una protesta pacífica del sector camionero,...

20 de febrero de 2011 Por: Antonio José Caballero

Lo que en principio era una protesta pacífica del sector camionero, terminó en vandalismo total que destruyó medio país que nada tenía que ver con el problema.Y lo peor, se le salió de las manos al Gobierno. La arrogancia del Ministro del Transporte y la grosería incontrolada de Pedro Birbiescas y Pedro Aguilar, los dos cavernícolas que dirigieron el paro violento y que deberían responder por los daños que sus choferes causaron en vehículos de transporte intermunicipal y urbano en varias regiones del país, lo hicieron posible. Y permitieron que lo que tardó una noche en arreglarse durara quince días con pérdidas que superan los $750.000 millones: en un país que comenzaba a recuperarse del desastre invernal, esa cifra significa un serio trastorno para la economía.De allí que el presidente de los agricultores, Rafael Mejía, haya calificado de “manejo exótico” el papel de la autoridad en estos actos vandálicos que agruparon a los camioneros en su peor expresión violenta en Colombia. Se repartían gruesos garrotes hechos a la medida de la destrucción que cada uno quería efectuar, especialmente para romper vidrios , espejos y señalizadores del vehículo que intentaba pasar en medio de los cavernícolas que lo impedían.Llegaron a abusar de su autoridad como padres para meter a sus hijos menores en medio del caos, quienes gritaban frases dictadas por los alborotadores. ¿Quién repartió los garrotes? ¿Quién dio la orden de atacar a quienes querían trabajar? ¿Quién responde por todos estos actos, si uno de los puntos de acuerdo es que los choferes detenidos queden libres de inmediato? ¿Y quién va a pagar las multas de tránsito de ahora en adelante, si hubo borrón y cuenta nueva para los deudores que participaron en la destrucción?Toda la producción de la primera quincena de febrero y la recuperación del campo se perdió. Y si no fuera por Angelino Garzón, tan ridiculizado y menospreciado por los señoritos del poder que siempre critican lo que no hicieron ellos en su día, completaríamos 16 días en paro, alegando con Camargo y Birbiescas que, con sus gritos sin razón, hacen más escándalo que las bocinas de las tractomulas que activaron cada media hora para no dejar dormir a los ciudadanos de bien. Encima de todo, ellos tuvieron que adelantar hora y media su despertar para poder llegar a pie a sus lugares de trabajo.Todo fue un desastre y la autoridad brilló por su ausencia. Para la próxima cita, que según el acuerdo será el próximo 15 de junio, ya sabemos lo que viene. La Secretaría de Gobierno de Bogotá está avisada para que no permita marchas pacíficas falsas que desencadenan el caos y la violencia en todo el país. Esas que sentimos durante la revuelta de las mulas, las de metal y las otras.PD. En la columna pasada hablamos del efecto dominó en el mundo árabe. La revolución de las Naranjas pasó a Egipto y va por Argelia, Bahreim, Jordania, Yemen. Me parece que el coronel Gadhafi está en la mira en Libia, y su pueblo no resiste más.