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Tribugá: de espaldas a la gente

La hipotética conveniencia para el país de construir un nuevo puerto sobre el Pacífico es un sofisma.

12 de mayo de 2019 Por: Antonio de Roux

La posibilidad de construir el puerto de Tribugá fue relanzada en el nuevo plan de desarrollo. Se respondía así a la aspiración del antiguo Caldas región que de tiempo atrás desea una salida directa a la costa, habida cuenta de su cercanía en línea recta con el mar de Balboa. Pero quienes promueven el proyecto han venido ignorando circunstancias inobjetables que ponen en grave duda su viabilidad.

Entre tales circunstancias se cuentan la frágil estructura ambiental del Chocó biogeográfico; los tratados suscritos por Colombia para garantizar la preservación de esa región; las características de su geología, hidrografía y orografía, que hacen absurdamente costoso el desarrollo de accesos hacia el interior. A lo dicho se suman evidentes desventajas de carácter social.

La hipotética conveniencia para el país de construir un nuevo puerto sobre el Pacífico es un sofisma. El complejo portuario de Buenaventura tiene capacidad excedente, y en caso de ser necesario posibilidades de expansión. Más aún, con inversiones razonables ha podido mantener despejados sus accesos y dar albergue a buques porta contenedores de gran calado.

En forma paradójica el Estado central que tiene allá una máquina productora de fabulosos ingresos aduaneros, no ha hecho nada sustancial por atender las necesidades de la ciudad y su población. Por indiferencia de los gobiernos pasados la terminación de la doble calzada sigue en veremos; dejaron morir el ferrocarril y no se afronta de manera debida el pago de la inmensa deuda en materia de bienes y servicios públicos con los habitantes.

En contextos de atraso social y deficiente infraestructura general, los desarrollos portuarios no pasan de ser enclaves que demandan grandes recursos de inversión para ser competitivos, pero cuyos beneficios no llegan a la población. Esa situación subyace en las tragedias sociales vividas por la ciudad de Andagoya y Tumaco.

El Chocó sí requiere inversión a borbotones pero es un exabrupto que se la dirija a la construcción de un puerto que no necesitamos como nación; que no beneficiará efectivamente a los habitantes de aquel departamento, y que tan solo lucraría a lejanos inversionistas. Esto lo conocen las comunidades que se oponen y cuyo número va creciendo. Ellas perciben que Tribugá es un emprendimiento perturbador, dañino, de espaldas a sus necesidades e intereses.

Ahora bien, Chocó tiene potencial inigualable para convertirse en paraíso del eco turismo internacional, generando riqueza y desarrollo. Eso se debe a su biodiversidad, a sus paisajes que difícilmente tienen parangón, a su gastronomía y cultura musical autóctonas, y a que lo habitan gentes cordiales. En dos palabras reúne las condiciones para ser potencia dentro del panorama turístico del Pacífico latinoamericano.

El milagro aludido podría materializarse si se devuelven la seguridad y la convivencia al departamento, y si se efectúan inversiones que siendo cuantiosas serían en todo caso muy inferiores a las demandadas por el nuevo puerto. Saneamiento básico, educación, apoyo a los proyectos turísticos y vías es lo que se requiere. En materia de vías no hablamos de carreteras arrasadoras del medio ambiente, si no de acuapistas con servicio rutinario de ferris para interconectar toda la costa. Eso está inventado, lo usan con buenos resultados muchos países costeros.

Sigue en Twitter @antoderoux