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Que alguien explique

El nuevo gobierno de Cali recibió unas finanzas desfallecientes. Por ello al...

23 de abril de 2012 Por: Antonio de Roux

El nuevo gobierno de Cali recibió unas finanzas desfallecientes. Por ello al alcalde Guerrero le va a quedar muy difícil andar con la celeridad que esperan sus gobernados. Como bien lo ha señalado la secretaria de Hacienda, Cristina Arango Olaya, los ingresos de la ciudad son irrisorios frente a los de Bogotá y frente a los de otras capitales de departamento. A Bogotá por cada contribuyente le entra más del doble de lo que le entra a Cali, y nos superan ampliamente ciudades como Barranquilla y Bucaramanga.La situación tendrá que afrontarse con distintas estrategias entre las que se encuentran la actualización catastral, el ajuste de tasas y el cobro coactivo. Esta última alternativa, sin embargo, tiene grandes restricciones. Los $ 2,4 billones que pretende el fisco municipal por concepto de impuesto predial, valorización e industria y comercio atrasados son en buena proporción, música celestial. Sobre este particular es oportuno considerar la opinión de Fernando Jordán, el especialista en Derecho Administrativo, quien afirma en un estudio sobre la materia: “Por negligencia de quienes han estado a cargo de los impuestos el Municipio no puede cobrar la cartera anterior al año 2007. De conformidad con el Estatuto Tributario las acciones de cobro prescriben a los cinco años. El Estatuto tributario Municipal anterior, Decreto 523 de 1999, artículos 192 y 66, establece que la acción de cobro prescribe en el término de cinco años a partir de la fecha en que se hizo legalmente exigible. El actual Estatuto Tributario, acuerdo 321 de 2011, no trae norma sobre la materia, dentro de este orden de ideas no se derogó la disposición del 523, entonces se aplica la norma nacional y la acción de cobro prescribe en 5 años”.Si el margen de maniobra con la cartera morosa es limitado, deben tomarse las previsiones para asegurar el recaudo acelerado de los tributos aún exigibles y los correspondientes a las nuevas vigencias. Pero la cuestión de fondo radica en que los caleños tenemos que exhibir una actitud distinta frente a nuestro Estado Municipal, ahora comprometido a raja tabla con la eficiencia y la transparencia. La misma secretaria Arango, profunda conocedora de estos temas, da la clave del asunto: “La cultura del no pago tiene que cambiar en Cali. Si queremos desarrollo necesariamente tenemos que pagar los impuestos porque es la única forma de que podamos hacer inversión”.Pero aquí saltan una preguntas obligadas. ¿Quienes fueron los responsables de que el cobro de una parte sustancial de los ingresos fiscales de la ciudad haya prescrito? Una primera respuesta llevaría a mirar hacia Sicali, la contratista encargada de gestionar el sistema, pero la respuesta es insuficiente. ¿Dónde andaban los gobernantes de turno cuando Cali veía erosionar de manera irreparable sus recaudos ? Y los organismos de control del orden municipal, la contraloría y la personería, ¿qué actuaciones adelantaron, que advertencias formularon para evitar que se perpetrara ese detrimento tan sustancial?Estoy seguro que los doctores Zapata y Santamaría, nuevos contralor y personero de Cali, tomarán cartas en el asunto para investigar y permitirnos entender lo que pasó con esos recursos esenciales, que tanta falta hacen para hacer más amable la vida de todos los caleños.