El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Provocación, incertidumbre y paz

Al otro día de confirmarse que los amigos del No predominaban, cayó la máscara. Se impuso la aprobación por el Congreso, una vía distinta a la prometida por Santos. Fue quedando claro que no habría consideración con las mayorías democráticas ni con la institucionalidad.

12 de junio de 2017 Por: Antonio de Roux

Muchos colombianos votaron por el Sí en el plebiscito a pesar de tener reservas sobre el acuerdo final. Quienes actuaron de esa manera estaban movidos por consideraciones de humanidad: mejor darle un chance a la armonía, a la convivencia que optar por la guerra y el sufrimiento sin termino.

También influía en aquellos electores la presunción de que bajo cualquier circunstancia se respetaría el estado de derecho y se reconocería el imperio de la Constitución. Pero esa idea duró poco. Al otro día de confirmarse que los amigos del No predominaban, cayó la máscara. Se impuso la aprobación por el Congreso, una vía distinta a la prometida por Santos. Fue quedando claro que no habría consideración con las mayorías democráticas ni con la institucionalidad.

Y aparecieron los abusos en nombre de la paz. Unos procederes desatinados que parecieran entrañar el deseo de provocar a la población. Acaso medir su capacidad de aguante; determinar si es suficientemente indolente como para ‘mamarse’ el advenimiento de un gobierno de extrema izquierda orquestado por las Farc.

El Gobierno permitió introducir algunas iniciativas manchadas de inconveniencia o ilegalidad. Es un proceder que daña la confianza, crea incertidumbre y hace crecer el número de quienes repudian el proceso. Estas personas no pertenecían antes a la derecha tradicional pero más allá de las consideraciones ideológicas, vienen sintiendo que deben movilizarse en las próximas elecciones para detener con su voto una dinámica capaz de arrasar nuestras instituciones.

El ánimo de provocación que se percibe no es asunto imaginario. Considérense al efecto algunos de las disposiciones y hechos recientes:
1- El decreto 1995 del 2016 creó la llamada Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación, la mitad de cuyos miembros son de las Farc, y violando la Constitución se entregaron a ese organismo poderes absolutos que le permiten controlar todas las leyes y contenidos expedidos con el propósito de construir la paz.

2- En una actitud innecesaria, que ofende la sensibilidad de las víctimas, el Gobierno tomó la decisión de conceder visa de residencia y eventual nacionalidad a los exguerrilleros extranjeros sin importar la gravedad de sus crímenes.

3- Como si fuera un subordinado más de ‘Timochenko’, al término de la reunión con Mr. Trump, el presidente Santos no tuvo inconveniente en comunicarse con el jefe insurgente para darle cuenta de la reunión que acaba de sostener.
4- En actos inconcebibles en un Estado democrático respetuoso de la separación de poderes, voceros del Gobierno se tomaron la atribución de tachar como traidor a un magistrado de la Constitucional que votó en conciencia para hacer respetar los fueros del legislativo en el fast track. Esto mientras sin pudor alguno los mismos agentes lanzaban amenazas para el caso de que su candidata a la Corte no fuera escogida por el Congreso.

5- El decreto ley 903 del 2017 denunciado por el Fiscal General, concede a las Farc la posibilidad de lavar su riqueza y ponerle conejo a las víctimas.

El país parece estar girando hacia la derecha y la paz podría quedar en vilo. Pero la culpa esta vez no se le puede achacar a Uribe ni a la posverdad. Lo que está detrás es la provocación, el irrespeto, la incapacidad de leer el alma de los colombianos por parte del Gobierno Nacional.

Sigue en Twitter @antoderoux