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Por un Salsódromo incluyente

En buena hora quitaron la cabalgata de la feria de Cali. Se...

25 de enero de 2016 Por: Antonio de Roux

En buena hora quitaron la cabalgata de la feria de Cali. Se había convertido en exhibición de chabacanería, curvas de silicona, maltrato a los equinos, incitación descarada al alcohol y a los excesos. Pero una faceta positiva tenía esa actividad, y es que era verdaderamente popular. Cualquier ciudadano podía disfrutarla con solo pararse en alguna de las calles por donde pasaban amazonas y jinetes. Es cierto que en la reciente celebración ferial Corfecali hizo esfuerzos por involucrar a la población. Como dijo la directora de esa entidad, en los barrios hubo propuestas novedosas, algunas de carácter gratuito y la gente respondió. Pero en la feria concluida volvió a presentarse un lunar inocultable. El Salsódromo que se supone es el momento central de los festejos; expresión de nuestra cultura popular; espacio privilegiado para la integración de los caleños, fue de nuevo excluyente. En la ocasión se veían muchos burócratas y bastantes invitados de los patrocinadores empresariales. El resto de la boletería se había vendido por el sistema de abonos, obligando a los interesados a comprar también entradas para los otros desfiles. Con ello se impuso a los ciudadanos del común un esfuerzo económico inmenso, un todo o nada inaceptable, que alimentó la odiosa explosión de la reventa.Seamos claros. Al salsódromo solo asistieron unos privilegiados, quienes sí podían pagar el abono completo o el sobreprecio de la reventa. Las versiones de prensa no desmentidas hablan de 18.000 espectadores acomodados en las graderías y de trescientos mil caleños excluidos, frustrados. Guindados en puentes o apeñuscados en separadores viales, luchando con la policía que implacable trataba de impedir el disfrute lejano del acontecimiento.Ahora que el Salsódromo ha sido declarado Patrimonio Inmaterial, Cultural, Artístico y Folclórico de la Nación, gracias al esfuerzo de varios congresistas vallecaucanos como Heriberto Sanabria, esta situación tiene que cambiar. En aquel evento como en todas las actividades feriales que reciban dineros públicos, es mandatorio que primen los criterios de accesibilidad e inclusión. Con respecto al Salsódromo bastarían un poco de voluntad y espíritu creativo para encontrar remedios. La solución pasa por establecer tramos del espectáculo exentos de pago, de libre acceso, al alcance de los peatones. También es indispensable aumentar el número de graderías para ofrecer tiquetes con precios diferenciales y al menudeo. No amarrados a otros espectáculos. Esto implicaría extender el recorrido, y diseñar un sistema de relevos entre las escuelas patrocinadas. Con esta medida una mayor cantidad de bailarines accedería a recursos y protagonismo. También se comenzaría a entender que el Salsódromo tiene un sentido superior como proyecto pedagógico, asunto que Ossiel Villada, jefe de Redacción Online de El País, abordó recientemente.Con excepción del Petronio Álvarez, el Salsódromo es el espectáculo local que más recibe dineros del Estado. Por tanto debe ser verdaderamente democrático e incluyente. No puede seguir dejando regusto a desaire y elitismo. El alcalde Maurice Armitage, tan sensible a los temas sociales; la ministra de Cultura Mariana Garcés y la directora de Corfecali, Luz Adriana Latorre, deben propiciar cuanto antes un timonazo en esta materia. Lo agradecerían todos los caleños.