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Para salvar la democracia

Para salvar la democracia sería un contrasentido facilitarle el camino a quien desea su destrucción.

10 de abril de 2022 Por: Vicky Perea García

Mientras Petro insiste en propuestas que destruirían las garantías individuales, la economía de mercado, la democracia representativa y las instituciones republicanas, crece la pugnacidad entre los seguidores de los candidatos democráticos Sergio Fajardo y Fico Gutiérrez. Los términos despectivos ‘facista’ y ‘trapo rojo’ han vuelto a emerger como en la época más oscura de la violencia partidista. Para muchos no cuenta lo que pueda unirnos en el futuro sino todo aquello real o imaginario del pasado que pueda dividirnos.

Lo que se viene imponiendo son descalificaciones mutuas y afirmaciones sin fundamento teñidas de ánimo ofensivo. Son mensajes que cavan troneras insalvables, frustrando de ante mano posibles coincidencias en programas e iniciativas. Pareciera que muchos están dispuestos a sacrificar su obligación de ayudar a salvar la democracia en el altar de la pasión ciega y los prejuicios.

Y es que el procedimiento electoral dicta que llegado el momento los ciudadanos de espíritu democrático tendríamos que converger alrededor de quien sea el contendor de mayor opción ante la izquierda radical. No de otra manera será posible salvar a Colombia de la amenaza demagógica y autoritaria.

A Fico le enrostran ser continuista y compinche de Uribe. No contentos con eso tratan de sugerir sin evidencia alguna, nexos suyos con organizaciones criminales o mafiosas. Desde el otro lado a Sergio lo acusan de ser ficha de Santos; amigo del acuerdo de paz y por tanto mamerto favorecedor de las Farc. El resultado de esta torpe disputa, sin duda atizada desde las bodeguitas y medios manipulados por la ultra izquierda, es que las dos grandes vertientes democráticas, la Coalición Centro esperanza y el Equipo por Colombia, están volviéndose irreconciliables, creando la posibilidad cierta de que nuestros valores republicanos sean arrollados por la ola delirante del populismo.

De continuar la falta de sindéresis y las descalificaciones recíprocas se presentaría uno de los siguientes escenarios en la segunda vuelta. Si llega Fajardo, el acusado de santista, puede verse privado de los indispensables sufragios aportados por el centro derecha que preferiría abstenerse o votar en blanco. Si el favorecido es Fico, el tachado de uribista, no contaría en las urnas con el aporte proveniente del centro izquierda. En ambos casos el gran favorecido sería Petro, y la gran perdedora nuestra democracia.

Pero hay otra razón para detener la formación de abismos entre Sergio y Fico. Cualquiera de esas dos corrientes que llegue al poder necesitará de la otra para consolidar los apoyos que aseguren la gobernabilidad. Este término debe entenderse como la capacidad de adoptar las reformas que aseguren la permanencia del Estado de Derecho.

Las naciones tienen que revalidar el título para vivir en democracia mediante la respuesta oportuna y suficiente a las necesidades de la población. En Colombia a pesar de los avances tenemos hambre intolerable y desesperante falta de oportunidades con respecto al empleo y la educación. La ausencia de justicia cumplida, la corrupción rampante, la incapacidad de ocupar el territorio cuestionan también nuestro título para ser una nación. Sin embargo, para salvar la democracia sería un contrasentido facilitarle el camino a quien desea su destrucción.

Sigue en Twitter @antoderoux