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Pantomima: Petro en la Corte

En una astuta jugada Petro acudió a la Corte Suprema de Justicia pidiendo que se investigue el episodio. Sabe que la cuestión de fondo es la ética y esta no será examinada por aquel tribunal.

9 de diciembre de 2018 Por: Antonio de Roux

La actitud asumida por algunos medios con relación al affaire de los ‘Petrofajos’ es decepcionante. No se puede entender que una conocida cadena radial haya evitado publicar aquellos contenidos cuando llegaron a su poder semanas antes, y menos aún el que ciertos noticieros televisivos se demoraran en sacar con prontitud el desmentido de Simón Vélez sobre sus hipotéticas contribuciones al excandidato.

No voy a especular sobre los motivos de esta conducta, pero aquellos comunicadores deben saber que comprometieron su autoridad para el periodismo de denuncia; para los enjuiciamientos supuestamente imparciales, que tanto les gusta practicar.

Por otro lado, en días recientes se han multiplicado los analistas que examinan el episodio de los ‘Petrofajos’ a la luz de los delitos tipificados en la ley. Varios de ellos concluyen ‘sabia’ y sonoramente, que el jefe de la Colombia Humana no violó la legislación aplicable actualmente y en consecuencia se encontraría libre de polvo y paja.

Estos oficiantes del periodismo están equivocados y su dictamen induce al error a una opinión pública cada día más confundida. Es cierto que en la época del hecho no había norma que castigara la recepción de efectivo en las campañas, pero se trataba de una conducta al igual merecedora de repudio y castigo, como a la larga lo estableció el legislador. Así, aunque Petro no hubiese violado una ley vigente, su conducta fue inaceptable. Y es que el protagonista era el mismo individuo auto proclamado único fiscalizador coherente y auténtico; paradigma de la moral pública; esperanza confiable contra los malandrines y corruptos.

Los seres humanos somos falibles, cometemos toda suerte de errores, casi sin excepción carecemos de autoridad para lanzar condenas y admoniciones en materia de comportamientos. Por eso no puede admitirse que el incorruptible iluminado, el Moisés de la nueva era, quien ha descalificado a la mitad de sus compatriotas porque no le dieron su voto, aparezca en una escena torva recibiendo y acariciando fajos de efectivo. Un medio de pago que dentro del contexto nacional es sinónimo de negocios turbios, por cuanto se usa para ocultar el origen y destino de recursos manchados.

En una astuta jugada Petro acudió a la Corte Suprema de Justicia pidiendo que se investigue el episodio. Sabe que la cuestión de fondo es la ética y esta no será examinada por aquel tribunal. También conoce que por el principio de favorabilidad la Corte debe exculparlo, se abstendrá de aplicarle las normas que hoy castigan el trafico de recursos no registrados en la actividad electoral. Con esta pantomima pretende crear la idea de que es en todo inocente. Pero la mayoría de los colombianos no tragamos entero, según la opinión creciente lo que ahora es repudiable también lo fue antes, a pesar de que por entonces no tuviera castigo penal.

Y a todas estas da pena ver cómo los partidos de izquierda le hacen juego al personaje negándose a cantarle la verdad. Incluso dan a entender que quienes no están con Petro son abominables secuaces de Álvaro Uribe y del Fiscal. Se les olvida que los del centro ideológico, llámense ciudadanos libres, independientes o liberales, también tenemos derecho a existir; a propender por una Colombia democrática y equitativa, comprometida en derrotar la corrupción sean quienes sean los implicados.

Sigue en Twitter @antoderoux