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Ministra, por ahí no es

Según ha trascendido, el viernes se logró acuerdo entre gobierno y productores...

7 de septiembre de 2015 Por: Antonio de Roux

Según ha trascendido, el viernes se logró acuerdo entre gobierno y productores con respecto a los aranceles del azúcar importada. Pero quedó un mal sabor por la actuación de Cecilia Álvarez, Ministra de Comercio e Industria. Esta sensación se debe en buena parte a que días antes del arreglo la señora Álvarez había atacado con todo al ex ministro Luis Fernando Londoño Capurro, presidente de Asocaña. El pecado del líder gremial habría sido cuestionar las acciones que el Ministerio adelantaba para disminuir, hasta hacer ineficaz, el sistema arancelario que defiende el empleo y los ingresos de más de dos millones de colombianos cuyo bienestar depende de la caña.Ante los argumentos razonados de Londoño, la señora Álvarez contestó con piedras en la mano acusándolo de confundir a la opinión pública. Luego agregó descomedida: “No puede pretender el Doctor Londoño seguir siendo Ministro de agricultura y firmar el decreto conmigo”. Para cerrar el episodio dijo en tono provocador “el arancel se va a bajar. Tengan la seguridad de que lo vamos a hacer”. Según dicen gracias a la intervención oportuna del equipo presidencial, la reducción del arancel no se hizo en la cuantía peligrosa que la ministra defendíaPreviamente, en la misma entrevista, la señora Álvarez había formulado afirmaciones incendiarias. Llegó a decir sin explicación ni contexto y apartándose de la realidad, que los consumidores subsidian a los productores de azúcar, y que las amas de casa subsidian a los ingenios y al etanol. Valiente manera de ayudarle al Presidente Santos en estos momentos cuando se necesita construir puentes entre los colombianos; restaurar la armonía; neutralizar el clima de pugnacidad; proteger oportunidades y empleos. Frente a actitudes como la mencionada, sería bueno que en el gobierno se reflexionara sobre aquello que los colombianos esperan de quienes desempeñan altos despachos. Deseamos en los ministros la capacidad de sopesar todos los argumentos; conciliar las diversas expectativas; pensar en el largo plazo, con sentido estratégico; aceptar que la gestión de gobierno debe incluir miradas a los distintos impactos y aristas, sin limitarse a las frías cifras. También esperamos de esos funcionarios la capacidad de mantener a raya los amores y desamores, las compulsiones y prejuicios. Y muy importante, queremos un poco de humildad, de calidez y cercanía.El otro aspecto que merece ser examinado con relación a la ministra Álvarez, es su idea de que no somos competitivos porque nuestros industriales habrían dejado de actualizarse e invertir, cuando las condiciones eran propicias; o por culpa de empresarios voraces que imponen precios abusivos a los insumos de las otras actividades productivas. ¿No será mejor ser realistas y aceptar que es difícil competir por razón de antiguas situaciones estructurales como la educación mediocre, la corrupción desbordada, la falta de seguridad ciudadana, la justicia inoperante, los impuestos excesivos, la infraestructura atrasada, los trámites agobiantes, la inseguridad jurídica, los servicios públicos deficientes, la investigación desfinanciada, y por causas similares que no caben en este escrito? Estos son asuntos de fondo que el Estado colombiano debe encarar y resolver cuanto antes, si quiere hacer de la nuestra una nación competitiva.