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Jorge Iván, clubes y odio

La campaña electoral apenas comienza. Dependerá de nosotros los ciudadanos exigir que el odio no tenga lugar en ella.

21 de julio de 2019 Por: Vicky Perea García

Sin razón alguna el candidato Ospina se despachó contra los socios del Club Colombia, involucrándolos en las afectaciones ambientales que se vienen registrando en el río Pance.

En un audio que circula por las redes Jorge Iván sale con una arenga de calculado tono demagógico, y después de afirmar que aquí “no se conoce lo que es un pueblo enfurecido, no conocen lo que es un pueblo cuando busca su cauces…”, se refiere de manera general a los accionistas del centro social para satanizarlos, sugiriendo en ellos cierta limitación mental y un carácter egoísta e ignorante.

El candidato empapelado por la Fiscalía que le formuló cargos penales, dijo sin fundamento alguno que las personas vinculadas al club por razón de su elitismo, jamás han ido a paseos de olla; jamás leyeron a Andrés Caicedo; jamás se metieron al río para disfrutarlo. Concluye el exalcalde con una frase carente de sentido lógico pero orientada a exacerbar pasiones y levantar pueblo: “…como son tan limitados de cabeza y como son tan excluyentes con la sociedad, lo primero que tendremos que hacer para reivindicar este tema del agua es nuevamente decirles que no se va a urbanizar más Pance…”. Nada que ver, peras con manzanas, diría yo.

Las expresiones de Jorge Iván son oportunismo electoral puro. Al exalcalde de cuando en vez se lo ha visto en las instalaciones del Club sentado a manteles con esos insensibles, carentes de espíritu cívico, cortos de mente, que en su concepto son los socios. El último de estos convites fue convocado por el Cuerpo Consular y se realizó hace unos días.

El Club Colombia junto a la Sociedad de Mejoras Públicas, es una de las dos instituciones ciudadanas con mayor antigüedad. Además de centro social en sus cien años de vida ha sido núcleo cultural, empresarial, gastronómico y cívico. Exhibe una historia de solidaridad con las causas comunes. En su recinto se organizó la resistencia civil contra la dictadura de Rojas Pinilla y se craneó la sede de los Panamericanos.

Como les sucede a los políticos de cierta izquierda recalcitrante, Ospina parece ignorar que la solución no es generalizar la pobreza sino crear oportunidades y riqueza. El problema no es la existencia de clubes como el Colombia. El problema es que entidades de esta naturaleza no se cuenten por decenas para que sean miles los beneficiarios de las estructuras asociativas.

El Club Colombia es una comunidad honorable de más de tres mil caleños contando los socios activos, vitalicios, beneficiarios, empleados y las familias de todos los anteriores. Acaso un número ínfimo de ellos habita en Pance o tiene algún interés particular en la zona. Por eso es atropello inaceptable involucrarlos con lo sucedido en un río cuya problemática debe encararse sin dilación, y en la forma que más convenga a los intereses ambientales colectivos.

Ospina sabe que sus palabras son injustas. Las preguntas que surgen entonces son: ¿Por qué practica la agresión unilateral y gratuita? ¿Por qué acude al verbo incendiario, a la polarización, a la lucha de clases como instrumento de promoción electoral? ¿Será que necesita desviar la atención de las investigaciones que lo asedian y prepara el tinglado para declararse víctima ante posibles evidencias?

La campaña electoral apenas comienza. Dependerá de nosotros los ciudadanos exigir que el odio no tenga lugar en ella.

Sigue en Twitter @antoderoux