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El sueño esfumado

Hace unos días se celebró en el Club Colombia de esta ciudad,...

13 de febrero de 2012 Por: Antonio de Roux

Hace unos días se celebró en el Club Colombia de esta ciudad, una reunión discreta entre la Canciller de la República y su homólogo ecuatoriano. Los medios noticiosos no tardaron en dar razón del encuentro, y destacaron los importantes acuerdos alcanzados. Como caleño experimenté un inmenso agradecimiento con la ministra Holguín por haber escogido nuestra ciudad para ese diálogo, y pensé que eventos de esa naturaleza deberían ser el pan de cada día si logramos que Cali llegue a ser capital de del Pacífico colombiano. Mi emoción duró poco al preguntarme por las posibilidades de desarrollo de ese litoral, y su capacidad para jalonar nuestra integración con el mundo.La preocupación surge al observar la tradicional indiferencia del Estado central frente a la suerte de esa parte del territorio. Comencemos por considerar la conectividad de Buenaventura con el centro del país. Ningún gobierno ha asumido el compromiso de construir una vía de acceso aceptable. Mientras proyectos viales como Autopistas del Café o Autopistas de la Montaña se hacen realidad, la doble calzada al puerto, yugular de la economía de Occidente, sigue convertida en una pesadilla de lodo intransitable. Esto sin mencionar que la funcionalidad del puerto es limitada, porque las decisiones y los recursos para el dragado del canal de acceso se han demorado en forma no justificada.Pensemos ahora en la conectividad de la región por vía aérea. Aquí es necesario hablar del aeropuerto al servicio de Cali, así como de su principal aerolínea usuaria, Avianca. Ésta sin querer queriendo y contando con la permisividad del gobierno central, refuerza día a día las cadenas de nuestra dependencia en relación con la capital. De los 30 vuelos nacionales que despacha desde Cali, 22, o sea cerca del 75% pasan por Bogotá. En la práctica salvo unas pocas frecuencias a Medellín, Tumaco y Pasto, la aerolínea líder no nos comunica con el resto del país; o de otra forma, impone a los empresarios y a todo el que quiere hacer negocios en el Pacífico los costos, la incomodidad y la ineficiencia. de hacer escala forzosa en Bogotá. Otro enemigo de la consolidación de nuestro litoral es la fragilidad institucional de los entes territoriales que lo conforman. Miremos el caso del Valle del Cauca, cuyo nuevo gobierno sólo piensa en complacer los apetitos burocráticos de sus socios de brega electorera, y de hecho está tomado por la politiquería. La exalcaldesa del municipio de Bolívar, que funge como Secretaria de Hacienda departamental, y el candidato derrotado a la Alcaldía de Buenaventura designado en Planeación, no tienen el bagaje ni la experticia y difícilmente saldrán exitosos en la disputa que se avecina por los recursos de regalías destinados al desarrollo regional. Para concluir es necesario mencionar que la seguridad en los pueblos y campos del Suroccidente dejó de existir. En las altas esferas del Estado como que los tiene sin cuidado la suerte de los indígenas y los afrodescendientes reventados a bombazos, y sumergidos en mares de sangre y coca.Siendo las cosas así, por ahora habremos de limitarnos a acoger las hordas de desplazados y desempleados que nos llegan desde el Pacífico. Cali no puede esperar ni oportunidades ni honores de esa vecindad. El sueño se ha esfumado.