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La elección de alcaldes

Señalaba el Libertador hace casi 200 años lo difícil que era implantar...

28 de marzo de 2011 Por: Álvaro Valencia Tovar

Señalaba el Libertador hace casi 200 años lo difícil que era implantar la democracia electiva en países donde “los palurdos del campo” eran manipulados por caciques y gamonales políticos. En pleno bicentenario podemos hacernos la misma reflexión, aunque la Indoamérica rural se urbanizó en masas crecientes sin que aquellos palurdos se hayan culturizado en la vida democrática en la medida necesaria para que puedan ejercer libremente el derecho del sufragio, como lo demuestran las irregularidades, muchas veces de carácter penal, que en Colombia, la institucionalidad democrática más antigua y tenida por sólida de Latinoamérica dejen de presentarse toda clase de entuertos que vician los resultados de las urnas.Cercano otro capítulo electoral con las alcaldías como objetivo, la ciudadanía debe tomar conciencia de que el destino de sus pueblos y ciudades está en sus manos, y concurrir masivamente a las urnas después de meditar cuál de los candidatos reúne las mejores calidades para regir los destinos de su patria chica. No es tarea fácil, cuando la disolución de los partidos tradicionales ha abierto las compuertas a una proliferación de candidatos donde se encuentra de todo: promeseros que toman las necesidades sentidas y las aspiraciones fundamentales como banderas, sin medir capacidad real del tesoro público ni los fundamentos técnicos de lo que ofrecen, de lo cual Bogotá y varias capitales vienen siendo víctimas de la demagogia desenfrenada; advenedizos audaces con buena disposición oratoria; personas bien intencionadas pero impreparadas para el ejercicio complejo de la administración pública, en fin un repertorio variopinta del cual no es fácil seleccionar.Hay no obstante ciertas matrices que pueden guiarnos en la escogencia del alcalde que ofrezca las garantías más claras de realizar una función exitosa: quizá la que mejor señala un buen punto de partida es la honestidad. La afloración permanente de escándalos, desfalcos, sobornos, cohechos no deben repetirse inveteradamente. Seguiría la experiencia en el ejercicio de cargos similares, o probada en quienes aspiran a repetir. En igual nivel está el conocimiento a fondo de los problemas y expongan la viabilidad de las soluciones. A estas tres condiciones esenciales, se agregan otras no menos valiosas: capacidad de formar y dirigir equipos, liderazgo ojalá demostrado -favor no confundirlo con caudillismo- sólida formación ética, carácter y otras de apreciación subjetiva. Saber elegir es asegurar un destino promisorio para el terruño amado.