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Emergencia invernal

La catástrofe que el llamado fenómeno de La Niña ha desatado sobre...

25 de abril de 2011 Por: Álvaro Valencia Tovar

La catástrofe que el llamado fenómeno de La Niña ha desatado sobre el país, justificó la declaratoria del Estado de Emergencia del Gobierno, hallada exequible por la Corte Constitucional. Como se trata de una situación prolongada de agravamiento progresivo, los decretos del Ejecutivo para hacer frente a circunstancias nunca antes experimentadas en la historia del país, resulta obvio que en tiempo reducido para su manejo hubiera improvisación en algunos aspectos perfectibles al confrontar la intención con las demandas surgidas de esa evolución del problema inicial. Recurrió entonces el Ejecutivo a una segunda declaratoria que no fue sino extensión de la anterior ante el problema evolutivo. Ésta fue declarada inexequible, con argumentos ceñidos a la Carta y a la separación de los poderes públicos, base de la democracia desde Mirabeau hasta nuestros días.Plausible el celo de nuestros magistrados por preservar intactas las funciones y prerrogativas del Legislativo, muy bien argumentadas en el fallo de inconstitucionalidad a la luz de la teoría del Estado. Pero, al menos en el criterio de quien no pretende creerse docto en Derecho Constitucional, ante semejante hecatombe cabría un ajuste de esa teoría pura frente a la praxis de una situación que no da espera y cuyo carácter evolutivo exige acciones no previstas -ni previsibles- en las primeras etapas de la catástrofe en marcha.Pienso que la dimensión del problema admite y hace deseable adaptar una decisión de criterio al alcance mismo de la emergencia. Trascendental, sin duda, que en un Estado de Derecho se respeten los ámbitos legales de cada órgano del poder. Pro no menos trascendental es proveer al Ejecutivo de poderes especiales ante una circunstancia en la cual la oportunidad de reacción puede salvar vidas humanas, ganados, propiedades, cosechas y en cambio la pérdida de tiempo puede agravar las tragedias que se ciernen sobre el presente y el futuro del país.Sin duda, los legisladores admitirían en medio de esta situación sin precedentes, esta cesión -que no entrega- de funciones inherentes a su quehacer, en particular si se toma en cuenta que se trata de un gobierno de unidad nacional con amplias mayorías parlamentarias y amplísima aceptación nacional. Basta contemplar las dramáticas imágenes de Útica, bella población veraniega, arrasada por doble avalancha fluvial para comprender la razón de estas reflexiones.