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Zuleta, 25 años

Se está conmemorando durante este mes de febrero en varias ciudades del...

18 de febrero de 2015 Por: Alberto Valencia Gutiérrez

Se está conmemorando durante este mes de febrero en varias ciudades del país el 25 aniversario de la muerte del intelectual Estanislao Zuleta y los 80 años de su nacimiento. Universidades y entidades de diferente tipo han organizado actos y conferencias para recrear un poco lo que fue su ideario político y sus logros intelectuales. Ayer no más, hicimos un acto en la Biblioteca Departamental y lanzamos un libro inédito llamado ‘Shakespeare. Una indagación sobre el poder’. ¿Qué ha hecho posible que después de tanto tiempo su memoria siga viva y su palabra siga vigente para muchos en este país, sobre todo los más jóvenes?Zuleta era un hombre que provenía de la tradición de la izquierda colombiana. Después de un breve período de algunos meses en que estuvo vinculado con el Partido Comunista, nunca más se vinculó a ningún tipo de organización política. Pero, sin abandonar una oposición de izquierda, se convirtió en un gran crítico de los grupos de izquierda, muchos de los cuales lo consultaban con alguna frecuencia. Fue un duro contradictor del dogmatismo y el anquilosamiento de una izquierda que, en su gran mayoría, aspiraba a tomarse el poder para desde allí imponer una visión totalitaria y autoritaria. Zuleta, por el contrario, desde el comienzo de su vida intelectual, defendió los valores de la democracia política y abogó por la construcción de una izquierda democrática.A los miembros del M-19, que se habían agrupado en el campamento de Santo Domingo en el departamento del Cauca, poco antes de la firma del proceso de paz, les hizo una conferencia en su sede en 1989 en la que les explicaba de una manera supremamente didáctica cuáles serían las exigencias de una integración a participar en términos democráticos en la vida del país. El texto se encuentra publicado en el libro ‘Colombia: violencia, democracia y derechos humanos’ que no vacilo en recomendar a todos los lectores,como una excelente pedagogía de la democracia. Hoy en día, en el marco de las negociaciones de La Habana, tiene una gran pertinencia.Zuleta hizo inmensos aportes en el campo de la filosofía y las ciencias sociales y contribuyó enormemente en el proceso de incluir nuestra cultura nacional (arcaica, tradicionalista y cerrada al exterior) a las grandes corrientes de la cultura universal. Poco a poco su auditorio dejó de limitarse simplemente a los grupos de izquierda y recogió a gentes de la más diversa procedencia política y social. Y todo ello porque los temas de sus conferencias estaban en relación con las grandes preocupaciones de la vida de todos los días: el amor, el tiempo, la muerte, el arte, el conocimiento, el éxito y el fracaso, el trabajo, la soledad, los estilos de vida y muchos otros.Al final de la charla que dictó al M-19 en su campamento explica que hay dos tipos de revoluciones: las que estallan (como la Revolución francesa, la rusa, la china o la cubana); y las que ocurren pero nunca estallan y producen transformaciones de la vida mucho más profundas y estables, cuyo mejor ejemplo es el Renacimiento de comienzos de la era moderna, época durante la cual las gentes comenzaron a pintar distinto, a pensar distinto y a comportarse distinto. Y es precisamente como adalid de esta segunda forma de revolución que el pensamiento de Zuleta sigue vigente entre nosotros: una revolución de la vida cotidiana, que transforme las relaciones personales, y que convierta la tolerancia y el respeto por las diferencias y las ideas ajenas, en criterios de convivencia. Una sociedad se transforma verdaderamente, no porque se derrumbe el poder político, sino porque sus miembros encuentran incompatibles sus pautas con las mentalidades y las condiciones concretas en que viven.