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Tolerancia y pacifismo

Tantos temas por abordar, pero imposible hacerlo al mismo tiempo: una evaluación...

18 de noviembre de 2015 Por: Álvaro Guzmán Barney

Tantos temas por abordar, pero imposible hacerlo al mismo tiempo: una evaluación del voto en blanco en las pasadas elecciones; una mirada a los dramas nacionales de hace 30 años: el Palacio de Justicia, Armero y el terremoto de Popayán. Y salta a la escena pública el terrorismo en París, con más de 120 víctimas fatales. Me refiero a esto último, que toca tan a fondo a quienes defendemos, hoy en Colombia, los valores culturales de la ilustración y de manera más general, aquellos de la ‘civilización occidental’ que tuvieron una cuna fecunda en Francia. Fueron sin duda hechos bárbaros y delirantes de terrorismo, pero estamos en la obligación de ver, a pesar de ello, el ‘rasgo político’ detrás de ellos y de oponernos a una respuesta estatal que sea del mismo tipo. Hay que comenzar observando que no se trata de un hecho aislado y que tampoco tiene por único objetivo al Estado francés y sus ciudadanos. Desde hace años asistimos a un ‘repertorio’ de violencia terrorista y política que afecta especialmente a la población civil. Ha tenido manifestaciones, entre otras, en los Estados Unidos, especialmente con el atentado a las torres del Word Trade Center, en Gran Bretaña, en el Metro de Londres, en España en la Estación de Atocha de Madrid y varios casos en Francia. Todos se relacionan con la intervención de estos países en otras partes del mundo, particularmente en países del Oriente Medio, desde Israel y Turquía, hasta Afganistán. Hoy en Siria. Los eventos se relacionan con una ‘reacción’ que tiene sustento en agrupaciones políticas musulmanas que articulan un discurso fundamentalista contra los países occidentales, llaménse, talibanes, Al Qaeda, Yihadistas o Estado Islámico. Están dispuestos a todo contra los representantes de Occidente, foco ‘imperialista del mal’. De manera significativa tienen poderosos promotores capitalistas y adeptos políticos en los mismos países occidentales, con sus mismas nacionalidades.La manera injustificable como estos grupos fundamentalistas han actuado, implica reflexionar sobre la manera como los países occidentales estan interviniendo en los problemas de los países musulmanes y, de manera particular, reflexionar sobre la manera apropiada de responder a los hechos terroristas que han sufrido, evitando promover acciones similares por fuera de sus fronteras. Para el mundo, fueron terribles los hechos de las Torres Gemelas en Nueva York. Pero también se deben tener en cuenta las consecuencias letales para la población civil de la decisión del Gobierno Bush de declarar una guerra en Iraq como castigo. Aunque la política internacional ha cambiado hoy, los dirigentes deben estar calibrando muy bien el uso de la fuerza, para no caer en modalidades que también pueden ser terroristas. El objetivo no pueden ser los musulmanes, ni sus países, ni su cultura que también ha hecho un importante aporte a la historia de la humanidad. Creo que el gran legado y poder con que cuenta Francia y los países occidentales es de tipo político y cultural: allí se ha desarrollado mejor que en ninguna otra parte del mundo lo que concebimos como ‘democracia’ y allí también, se ha desarrollado una forma de pensamiento que busca la tolerancia, la inclusión, la reflexión argumentada, el reconocimiento del contradictor. En Occidente también hay sectores intolerantes y genocidas, pero éstos no tipifican el legado cultural y de pensamiento de su civilización. Habrá que fomentar a toda costa las estrategias pacifistas. Sin duda que se encontraran aliados en culturas como la musulmana.