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Paz en perspectiva

En conversaciones con amigos es ostensible cómo la noticia del momento hace...

20 de agosto de 2014 Por: Álvaro Guzmán Barney

En conversaciones con amigos es ostensible cómo la noticia del momento hace salir a flote emotivas y contradictorias consideraciones sobre las negociaciones de La Habana. Unas veces se deducen avances llenos de optimismo y otras se concluyen fracasos definitivos. Son opiniones que, aunque provienen en general de personas favorables al proceso de paz, se focalizan en la persistente debilidad atribuida al Gobierno frente a las Farc. De allí sólo hay un paso para argumentar que las negociaciones, en cabeza del Gobierno, no tienen norte, ni futuro, ante la arremetida de la guerrilla que tiene las de ganar. Las opiniones coyunturales y críticas a las negociaciones tienen importancia y cierta validez; son ineludibles, más aún cuando los hechos de guerra afectan a la población civil de manera injustificable. Pero, más allá del papel y significado de distintos momentos y de los sapos que nos tenemos que tragar todos los días, de todos los lados, es indispensable evaluar lo que ha sucedido en La Habana como proceso y en su perspectiva. Hasta el momento, aunque nadie puede garantizar nada, se ha logrado avanzar en este conflicto como nunca antes. Los acuerdos de paz son una posibilidad bastante fundada y la perspectiva más realista, una vez más en nuestra historia, es la del fortalecimiento del Estado por la vía de la cooptación institucional de la insurgencia armada, camino lleno de zancadillas, pero deseable en sus metas para la sociedad colombiana.En los últimos meses de 2012, el Gobierno y las Farc llegaron a un acuerdo en Oslo, a una Hoja de Ruta, para desarrollar conversaciones en La Habana sobre puntos concretos que posteriormente serían refrendados por la nación colombiana. Hay que reconocer que los temas fueron muy bien escogidos para llegar a un acuerdo de paz, una vez abordados en su conjunto. También fue pertinente la metodología para adelantar las negociaciones, con sesiones de trabajo relativamente cerradas, en un país tan afiebrado por los micrófonos. El Gobierno, en su momento y con razones de peso, consideró que era mejor negociar en medio del conflicto y así procedió, mientras que las Farc declararon ceses parciales unilaterales del fuego durante las fiestas de fin de año. Es cierto que se han presentado hechos de violencia indeseables, todos lo son, especialmente cuando las víctimas han sido civiles.Con esta metodología se han hecho acuerdos parciales en los temas agrarios, de ampliación de la democracia, sobre drogas ilícitas o de uso ilícito y, en estos días, se ha avanzado notablemente en el tema de las víctimas, desarrollando una forma de aprendizaje colectivo con la participación de éstas, para llegar a una conclusión obvia, pero después de haberlas escuchado: las víctimas del conflicto colombiano, eje central del proceso de paz, tienen orígenes distintos, victimarios distintos, y esto es algo que debe reconocerse por las partes como un aspecto central de reconciliación. Se anuncia, por otro lado, que representantes del alto mando militar viajarían a La Habana para comenzar a desarrollar aspectos del último punto de la Hoja de Ruta. Una propuesta acertada en el momento oportuno. Seguramente, será también el momento propicio para plantear el tema del cese bilateral del fuego y de algo que ya no da más espera y sería muy bien recibido: el desminado del territorio.En conjunto la estrategia del Gobierno, aunque falta mucho terreno por recorrer, ha resultado exitosa. Es deseable que desde su punto de vista las Farc consideren lo mismo, sobre un punto común de identidad: la profundización del bienestar y de la democracia para los colombianos, sin el recurso a las armas.