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Objetividad y optimismo

En un mundo convulsionado por opiniones iracundas y claramente ideológicas, erróneamente llamadas post verdades, es importante que desde los medios de comunicación, especialmente desde la prensa escrita, se planteen opiniones fundadas en cierta argumentación ‘razonada y objetiva’, que necesariamente son también puntos de vista valorativos que se presentan para la discusión pública.

8 de febrero de 2017 Por: Álvaro Guzmán Barney

En un mundo convulsionado por opiniones iracundas y claramente ideológicas, erróneamente llamadas post verdades, es importante que desde los medios de comunicación, especialmente desde la prensa escrita, se planteen opiniones fundadas en cierta argumentación ‘razonada y objetiva’, que necesariamente son también puntos de vista valorativos que se presentan para la discusión pública. Con esta consideración, es pertinente hacer un balance de lo sucedido con el proceso de paz en los últimos meses, más concretamente después de los acuerdos refrendados por el Congreso.

La información disponible permite pensar que las Farc están cumpliendo con la desmovilización, se están concentrando en los lugares acordados y se preparan para entregar las armas ante observadores de Naciones Unidas, como fue acordado. El Gobierno también ha cumplido, aunque a medias, con tener los campamentos de llegada listos y a tiempo. A pesar de esta y otras dificultades, como los enfrentamientos de las Farc con disidentes de sus filas, la desmovilización ha sido un proceso organizado y ordenado, como ningún otro proceso de paz en Colombia y ejemplo para el mundo. Siendo ‘objetivos’, esto se debe reconocer y es una base para tener optimismo sobre los pasos que siguen: el desarme, la reintegración y entrada en la escena política del movimiento que promuevan las Farc.

Pero, el camino por recorrer en los próximos meses está lleno de dificultades. Afortunadamente, al Gobierno le aprobaron una modalidad de trámite rápido de acuerdos por parte del Congreso, conocida como fast track, entre ellos una amnistía. Quedó claro que la amnistía no es para todos y se le salió al paso a las críticas oportunistas por la posible impunidad de la medida. Pero, viene ahora el tema de la Justicia Transicional, de garantizar la oposición política y de los derechos del nuevo movimiento. Está pendiente toda la legislación para poner en práctica los demas acuerdos firmados. Sobre todos estos temas, seguramente nos encontraremos con puntos de vista distintos, pero razonablemente y teniendo en cuenta hechos objetivos, no se puede pensar que no se ha avanzado en la perspectiva de solucionar un conflicto de más de cincuenta años. Incluso, es necesario reconocer el papel jugado por la discusión parlamentaria, por el aporte de organizaciones sociales nacionales e internacionales, enriqueciendo de manera proactiva los acuerdos. Se debe reconocer que el procedimiento seguido ha resultado exitoso. Si realmente consideramos la paz un bien supremo, éticamente nos corresponde colaborar para que, en medio de dificultades muy grandes que se van a presentar, se logre la inclusión civilizada de sectores que estuvieron en armas.

Los próximos meses son definitivos para la implementación de los acuerdos de paz. Van a definir las elecciones del próximo año. Se requiere demostrar que en Colombia sí es posible la inclusión civilizada de un grupo guerrillero. Es muy importante que las Farc capten su rol de minoría en la oposición y se olviden de un posible “gobierno de transición” que no está en el horizonte histórico. El movimiento político de las Farc puede llegar a ser mayoría en el futuro y pueden por esta vía llegar al poder. Pero, tendrán que convencer al país con propuestas realistas para el mundo de hoy, muy lejanas de lo que se llama ‘populismo’, en este caso de izquierda. Colombia, afortunadamente, va en contravía de lo que sucede en muchos países que profundizan sus conflictos. El país muestra un horizonte de fortalecimiento de su sociedad y de su democracia.