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Insistir y colaborar

Se han dicho ya muchas cosas sobre el proceso de paz que...

19 de septiembre de 2012 Por: Álvaro Guzmán Barney

Se han dicho ya muchas cosas sobre el proceso de paz que se avecina en Colombia. Pero no sobra insistir en algunos aspectos, manifestando al mismo tiempo una posición personal. Lo primero es entender que Colombia vive un período histórico, por lo menos desde 1991, aunque se puede argumentar que desde una década antes, en el que la vía armada para ejercer poder político no tiene justificación alguna. La persistencia hoy de grupos armados con fines políticos constituye una ‘anormalidad’ histórica que lleva a pensar en otras razones, no sólo económicas, sino también de fanatismo en una vieja política burocrática y autoritaria que ha sido superada. Estamos viviendo, entonces, un momento único en el que es posible pasar la página, si hay disposición de parte y parte, para hacer posible la oposición política abierta, refrendando los fundamentos de un Estado democrático que implican el reconocimiento de un Gobierno, de una oposición, de la rotación en el poder, de reglas electorales claras y de mecanismos de control contra la arbitrariedad.Si las partes hacen manifiesta esta voluntad, de acabar la guerra para consolidar un Estado democrático de Derecho, entonces bienvenidas las negociaciones tal y como hasta el momento se han venido planteando. Aunque siempre es posible discutir sobre nombres, en Colombia cada uno se siente autorizado para poner los suyos, me parece adecuada la manera como el presidente Santos ha conformado su equipo, en especial la participación de dos exgenerales, uno de la Policía y otro del Ejército. Ellos han sufrido de manera directa el conflicto, lo conocen y son clave para resolverlo. Las Farc, por su parte, muestran que tienen también pesos pesados para la negociación. Sus razones tendrán para postular a ‘Simón Trinidad’, asunto que no está al alcance del Gobierno, así como para provocar un debate sobre el tema de la participación, de ellos y de otros, en el narcotráfico, en los secuestros o en las desapariciones. En otras palabras, me parece que se debe dejar que los negociadores hagan su trabajo, con discreción y siempre teniendo en mente la superación del conflicto. Qué bueno que el Presidente haya afirmado, frente a reconocidos periodistas, que no está dispuesto a negociar a través de los medios de comunicación. Sin buscar hacer parte de los equipos de negociación o de incidir en su necesaria autonomía, lo que si es importante es que los diferentes sectores sociales expresen su opinión, fortaleciendo el debate público. En este terreno puede haber muchas posturas y contradicciones, pero es bueno escucharlas. Ampliar y fortalecer el espacio de la opinión pública es un requerimiento de toda sociedad democrática y en especial de la colombiana. Trabajar en esta dirección es trabajar por institucionalizar el debate entre quienes comparten la visión del poder y quienes propenden por cambiarla pacíficamente. Aquí hay una tarea importante para los medios, para los columnistas, para la promoción de foros y de encuentros con personas de opinión diversa. Creo que es la manera adecuada de colaborar con el proceso de paz, por ejemplo de la intelectualidad, antes que buscar alguna participación en la negociación.A quienes estamos comprometidos con la vida universitaria, nos espera el posconflicto y la dura tarea de posibilitar el ejercicio pleno de la ciudadanía y del trabajo. Para ello, la educación es fundamental y las universidades tendrán que estar a la altura de las exigencias históricas de un nuevo período de la sociedad colombiana.