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Ciclos de guerra

El apoyo del próximo gobierno a los acuerdos de paz es fundamental, como lo es la justicia transicional que ya se esboza desde la JEP y, en noviembre de este año, el informe de la Comisión de la Verdad.

2 de febrero de 2021 Por: Álvaro Guzmán Barney

Abundan las opiniones y justificaciones ‘desde la academia’ que son lugares comunes triviales. Pero también otras consideraciones están fundadas en importantes desarrollos de las ciencias sociales que poco calan en los medios de comunicación, tal vez porque no van con lo políticamente correcto. Entre las publicaciones recientes, se destaca el libro del profesor del Iepri de la Universidad Nacional Francisco Gutiérrez Sanín: ‘¿Un nuevo ciclo de la Guerra en Colombia?’ (Penguin Random House, 2020). No es la síntesis de una investigación, pero sí consideraciones de un investigador con trayectoria que maneja la teoría y el método de las ciencias sociales. Sus opiniones están fundadas en su investigación sobre el caso colombiano.

El profesor Gutiérrez mira la trayectoria del conflicto político armado, para él claramente de la guerra, desde finales de los años cuarenta y distingue dos ciclos. El primero entre finales de la década de 1940 y principios de la década del 60: la violencia clásica liberal-conservadora.
Considera que hubo un corto intervalo de paz alrededor de los años 70 durante el Frente Nacional. El segundo, ya entrados los años setenta, hasta la segunda década del Siglo XXI, cuando se asiste a ciclo dominado por la guerra insurgente o contrainsurgente, con protagonistas que fueron las guerrillas de inspiración marxista o comunista y los grupos paramilitares antisubversivos. En su opinión, los acuerdos de Paz de la Habana sí llevaron a un notable decrecimiento de la guerra en Colombia al final de este segundo ciclo, no total es cierto, pero demostrable empíricamente. El problema es que este momento de respiro no ha durado más de tres años y no ha sido posible una paz sostenible. Más aún, hay fuertes indicadores de que estamos hoy en presencia de un recrudecimiento del conflicto político armado, que puede llevar a un tercer ciclo de guerra.

El texto está bien argumentado y muestra el problema desde varias perspectivas: hoy las guerrillas y los paramilitares subsisten y el narcotráfico se articula con los más diversos sectores sociales.
Importante: hay sectores políticos y de la sociedad que no están interesados en los acuerdos de paz logrados, sino más bien en hacerlos trizas y recrudecer el enfrentamiento armado. Por su parte, el Gobierno de Duque no pierde oportunidad para pronunciarse en contra de los acuerdos, se limita a cumplir medianamente con los reinsertados en zonas Pdet y no tiene la voluntad política para ejecutar los acuerdos pactados en temas tan importantes como la reforma agraria. En este contexto, aparecen los asesinatos de exintegrantes de las Farc, los asesinatos de líderes defensores de Derechos Humanos, las masacres en los territorios disputados por los grupos armados, todos estos rasgos de un nuevo ciclo de guerra.

La argumentación del profesor Gutiérrez es sustentada. Pero se puede elaborar un planteamiento alternativo que indique como el recrudecimiento del conflicto violento de nuestros días, que es innegable, puede enfrentarse y doblegarse hacia el futuro con iniciativas, desde el estado y la sociedad, tendientes a controlar el conflicto y evitar un nuevo ciclo de guerra. El apoyo del próximo gobierno a los acuerdos de paz es fundamental, como lo es la justicia transicional que ya se esboza desde la JEP y, en noviembre de este año, el informe de la Comisión de la Verdad. Muy importante: hay sectores sociales de jóvenes y de mujeres que ya se manifestaron por la paz y una gran proporción de la sociedad colombiana decidida a no volver atrás. La Justicia y la reconciliación pueden fortalecerse y hacer un contrapeso. El horizonte no es un tercer ciclo de guerra equiparable con los anteriores.