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Captura del Estado

Al lado del conflicto violento que subsiste hoy con grupos armados, después de firmada la Paz, es notable el recrudecimiento de distintas formas de violencia, incluso asesinatos, asociadas con las campañas políticas.

17 de septiembre de 2019 Por: Álvaro Guzmán Barney

Al lado del conflicto violento que subsiste hoy con grupos armados, después de firmada la Paz, es notable el recrudecimiento de distintas formas de violencia, incluso asesinatos, asociadas con las campañas políticas en todo el territorio nacional. Algo muy preocupante es que la política se mezcle con hechos de violencia. ¿Por qué sucede esto especialmente en un período preelectoral? Hay varias razones, entre ellas la transición por la que pasamos, después de la firma de la paz. Pero, hay una razón de fondo, tradicional en Colombia de tiempo atrás, que tiene que ver con los intereses económicos por controlar la burocracia estatal. En efecto, el aparato del Estado es una fortaleza altamente deseada a la que se persigue llegar, asaltándola, para hacer dinero o para redistribuir el presupuesto estatal, con intereses particulares. En el territorio nacional, las situaciones no son iguales. Hay regiones en las que el descaro es más evidente. En el Valle del Cauca y en Cali, hay que escudriñar con más cuidado cómo poderosas fuerzas privadas, con ropaje político, han capturado o buscan la captura del aparato estatal, persiguiendo el lucro económico.

La candidata que lleva la delantera para la Gobernación, Clara Luz Roldán, no se caracteriza por el conocimiento detallado de los problemas vallecaucanos, ni por la justificación programática de su alternativa política. Se da el lujo de no asistir a espacios de controversia con sus contendores, ya que está bastante convencida de que va a ganar. Esto por el apoyo de un grupo político, especialmente el de la actual Gobernadora del Valle, que controla la burocracia estatal, su presupuesto, y allí quiere mantenerse, haciendo lo mismo. Sus contendores, especialmente el del partido Verde, han llamado la atención sobre este punto, sin mayor eco.

En el caso de Cali, dos candidatos llevan la delantera. Jorge Iván Ospina se mantiene con un apoyo importante, a pesar del cuestionamiento que se hace de su trayectoria cuando fue alcalde de la ciudad. La Fiscalía le ha imputado cargos por contratación sin el cumplimiento de requisitos legales. En la Procuraduría tiene 8 procesos activos. La remodelación del Estadio resultó mucho más costosa de lo presupuestado y ejecutado. Le entregó dos Secretarías al cuestionado exsenador Juan Carlos Martínez, para lograr votación. Su hermano resultó elegido senador, de la noche a la mañana, con su apoyo. Nos dice que quiere repetir ya que los caleños saben de las bondades de sus obras. Si logra hacerlo, con certeza que será para continuar con el mismo estilo corrupto de enriquecimiento con el manejo del Estado. El candidato Ortiz es distinto. Ha hecho su dinero de manera empresarial con las loterías. Pero, políticamente, tiene todos los rasgos de un clientelismo que busca distribuir, una vez en el poder, la burocracia estatal entre sus apoyos. De manera sintomática, detrás de su figura está el Partido Liberal, también los Conservadores y de manera muy especial el Centro Democrático que espera, con sus voticos, llegar a disfrutar del presupuesto estatal.

En estas circunstancias, es necesario buscar una tercería vencedora. Creo que Alejandro Eder y Michel Maya han tenido discursos consecuentes contra la corrupción y contra el clientelismo politiquero. De manera miope, no se hizo una alianza antes entre ellos y con otros candidatos. Ahora se trata de apoyar al que lleve la delantera, entre los dos, en las encuestas preelectorales. La tarea es muy dura ya que, como he tratado de comentar, el patrimonialismo estatal es un rasgo estructural del Estado colombiano. Esto hay que cambiarlo con candidatos jóvenes de limpia trayectoria pública.