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Viraje de 180°

Hasta la elección de Trump, EE.UU. fue el país que promovió el Gatt, primer tratado para liberar el comercio en el mundo, bajando las tarifas arancelarias y facilitando los trámites aduaneros entre las diferentes naciones.

26 de junio de 2018 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Hasta la elección de Trump, EE.UU. fue el país que promovió el Gatt, primer tratado para liberar el comercio en el mundo, bajando las tarifas arancelarias y facilitando los trámites aduaneros entre las diferentes naciones. Después de la II Guerra Mundial propició la creación de las Naciones Unidas, posteriormente impulsó el Banco Mundial y el Fondo Monetario, entidades cuya finalidad es la de propiciar el desarrollo y proporcionar la estabilidad económica.

En Europa, después de la guerra, inició el plan Marshall con el fin de financiar el crecimiento de países postrados por la destrucción que dejó el enfrentamiento bélico. Fue la primera vez en el mundo, que un país que ganó una guerra le proporcionaba ayuda a las naciones derrotadas, Alemania e Italia. Su enemigo en el Asia, Japón, hoy es su aliado y socio comercial en muchos aspectos. Los mayores fabricantes de carros japoneses tienen actualmente plantas en los EE.UU. Auspició la Otan creando un bloque de países que recíprocamente pudieran defenderse en caso de agresión.

En síntesis, comprendió que su futuro y su progreso dependerían del futuro y el progreso del resto del Planeta.

Firmó tratados comerciales con Europa y sus vecinos para incrementar el comercio. El caso de México, de donde proviene la mayor inmigración en busca del sueño americano, ha sido significativo. En su frontera con los EE.UU., el Nafta produjo un desarrollo acelerado. En una visita que realicé, un tiempo después de firmarlo, constaté por primera vez en Latinoamérica un grado de oferta de empleo que superaba la demanda. A las personas se les pagaba bonificación por los amigos que se presentaran en busca de empleo.

Con la elección de Donal Trump a la Presidencia, este espíritu cambió radicalmente. Un cambio de 180°. Denunció los tratados comerciales. Desató una guerra comercial incrementando los aranceles del hierro y el aluminio. Comenzó la construcción de un muro entre su país y su vecino México. Renunció al tratado para proteger el medio ambiente a nivel mundial que su antecesor había firmado, siendo su territorio uno de los mayores contaminantes debido a la magnitud de su consumo. Su egolatría no la disimula. Basta oírlo hablar y observar sus gestos. Tiene un carácter pendenciero, y lo ejerce. Renunció al Consejo de los DDHH. Recientemente usó términos ofensivos con el Primer Ministro de Canadá, su vecino. Además, ha desatado una guerra comercial con China, su principal suplidor y el mayor comprador de sus bonos.

El comportamiento de un país tan poderoso es muy preocupante para el resto de la humanidad. Los EE.UU. fueron el primer imperio que comprendió que el bienestar y su progreso estaban íntimamente relacionados con el bienestar y el progreso de los demás ciudadanos del mundo.

Estamos atravesando un período con nubarrones. El futuro es incierto, mientras esta clase de líderes tengan influencia. Se requiere bajar el tono a la agresividad y procurar la convivencia.

Esto mismo podemos decir de Colombia. Si queremos progresar, debemos buscar más lo que nos une que lo que nos separa, frase reiterativa de nuestro presidente electo Iván Duque. El acuerdo por Colombia que ha mencionado nos daría un gran impulso. Qué bueno sería orientar nuestras energías en esta dirección, en lugar de desperdiciarlas agigantando los desacuerdos.