El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Una visita oportuna

La visita del Papa se produce en un momento apropiado. En ningún caso debido a las razones aducidas por algunos funcionarios del Gobierno y por personas incondicionales del actual Proceso de Paz, quienes manifiestan que el motivo de su visita es de respaldo al Acuerdo con las Farc.

5 de septiembre de 2017 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

La visita del Papa se produce en un momento apropiado. En ningún caso debido a las razones aducidas por algunos funcionarios del Gobierno y por personas incondicionales del actual Proceso de Paz, quienes manifiestan que el motivo de su visita es de respaldo al Acuerdo con las Farc. Coincido con los motivos mencionados reiteradamente de la jerarquía eclesiástica, que pregonan que viene en una misión apostólica y pastoral. Me resisto a creer que a la Iglesia desee inmiscuirse en la política.

El país se encuentra dividido por la aceptación de los términos convenidos entre las Farc y el Gobierno. La expresión más fehaciente fue el plebiscito, ganado por una mayoría del voto negativo. Existen motivos para los desacuerdos, aunque sin ninguna duda, a todo colombiano sensato le interesa sobremanera, vivir en paz y armonía.

Uno de esos desacuerdos concierne a la participación en política de los miembros de las Farc, aún antes de ser juzgados por la Justicia Transicional, e incluso, después de haber confesado sus crímenes repudiables.

Recuerdo un comentario de mi hermano, Jaime, víctima del secuestro de uno de sus hijos, por el M19, quien me manifestó con disgusto, y no poca exaltación: “Alfredo, como católico, estoy dispuesto a perdonar (de hecho, enfrentó un difícil proceso para lograrlo), sin embargo, a lo que no me pueden obligar a aceptar, es la autoridad de sus miembros, cuando vengan como funcionarios a aplicar sus propios criterios, en función de su fuero”.

Nos encontramos en un momento de desconcierto moral. Ambas campañas electorales fueron contaminadas con la corrupción. La legitimidad del proceso electoral deja muchos interrogantes. La confianza en nuestras instituciones democráticas está por el suelo, la peor percibida es el Congreso, (80% de opinión negativa), y con los escándalos recientes, la Corte Constitucional va a acrecentar inmensamente su grado de desconfianza. La Corte Constitucional ostenta 63 % de desaprobación y la Suprema el 72 %.

La actuación del exfiscal Luis Gustavo Moreno es francamente inconcebible. No existen adjetivos apropiados para calificarla. Corrupción, chantaje, coacción, enriquecimiento ilícito, en nombre de la ley, secundado por dos ‘honorables’ miembros de la Corte Suprema, los magistrados Bustos y Ricaurte. ¿En quién confiar? ¿Y qué decir de los ‘honorables’ senadores que exigen inmensas coimas para influir con quién y dónde se hacen las obras?

Por estas razones considero que es muy oportuna la visita del Papa. Sus reflexiones y admoniciones morales y éticas, la exaltación a la humildad, a la honorabilidad, a la vocación de servicio de la clase política y de los funcionarios gubernamentales, en lugar de servirse y enriquecerse a costa de los ciudadanos, nos viene como anillo al dedo.

Este grado de corrupción no se corrige a base de leyes, artículos e incisos. De nada ha servido para evitarla, que nuestra Constitución sea una de las más largas y casuísticas del planeta. Necesitamos políticos y funcionarios honorables, cuyo propósito sea el bien común y no el acrecentamiento de sus patrimonios. Necesitamos, menos arrogancia, más austeridad y trasparencia. Esperamos que el Papa, sacuda nuestras conciencias.

Nos duele que se haya excluido el Suroccidente de su visita, una víctima por excelencia, del narcotráfico y la violencia.