El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Se sustituyó la autoridad

El camino que han tomado quienes apelan a la insurrección equivale a un suicidio colectivo. Mientras subsistan los bloqueos y las amenazas para asistir al trabajo se incrementará el desabastecimiento.

25 de mayo de 2021 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

De hecho se sustituyó la autoridad. Ahora quienes autorizan la circulación en la ciudad y las carreteras son un grupo de jóvenes ideologizados. Ellos dicen quien pasa, quien no, en lugares cobran peajes, estamos secuestrados por la ilegitimidad. Además, también amenazan contra la integridad de las personas y de los familiares de quienes quieren ir a trabajar.

Los derechos humanos de transitar libremente y de acudir al trabajo en una empresa sucumbieron.

Lo desconcertante es que el comité del paro aprueba lo que ocurre, en razón de que los beneficia en las negociaciones con el Gobierno Nacional, lo tienen contra la pared. Prolongarán las marchas cuanto sea necesario para lograr sus fines. Sus reclamos no se circunscriben a reivindicaciones laborales, también incluyen asuntos por fuera de la órbita de sus propósitos sindicales.

A ellos los asiste el derecho a convocar al paro a quienes se arropan bajo sus toldas. También llamar a marchas de protesta, pero de ahí a prohijar los bloqueos y la intimidación, a quienes están por fuera de sus huestes, es otro asunto. El Gobierno no debió sentarse a negociar bajo estas circunstancias.

Otra cosa muy distinta es el reclamo de los jóvenes. Se trata de manifestaciones de desespero por un futuro incierto. La pandemia jugó un papel crítico en el estado de ánimo de ellos y del resto de la ciudadanía. Se debe dialogar y tratar de comprender sus aspiraciones. Es necesario reducir las brechas económicas y al mismo tiempo crecer, para que existan más y mejores oportunidades de empleo. Esto no se logrará mientras no se restituya la confianza y se respeten todos los derechos humanos. No es aceptable exigir los derechos propios y desconocer los del prójimo. Se necesita dialogar para comprendernos y aceptarnos.

El camino que han tomado quienes apelan a la insurrección equivale a un suicidio colectivo. Mientras subsistan los bloqueos y las amenazas para asistir al trabajo se incrementará el desabastecimiento. Los llamados corredores humanos no remplazan la libre movilidad, indispensable para restablecer la actividad productiva y el trabajo de manera integral. El tejido económico es intrincado e interdependiente. La escasez continuará por los bloqueos, y los precios seguirán subiendo, debido a la ley de la oferta y la demanda. Quienes más sufren son los más pobres, los más vulnerables, a quienes se pretende proteger.

En Cali el proceso que estamos padeciendo se inició con el ataque a un monumento simbólico, luego se prendió fuego al edificio de la Dian, se destruyeron las estaciones del MÍO, se quemaron sus buses, se vandalizaron los bancos, los establecimientos comerciales se saquearon, se destruyeron las bombas de gasolina, se atacaron los CAI, en fin se trató de sembrar el caos de una manera sistemática y bien planeada. Sin duda existen fuerzas extrañas.

El Gobierno Nacional no respondió con prontitud y eficacia, a pesar de las advertencias; del regional ni para que hablar, el resultado fue la pérdida de su liderazgo, el descrédito. En la capital nunca han interpretado correctamente lo que acontece en el suroccidente del país. Se trata del Litoral Pacífico, Valle, Cauca y Nariño y se refleja en Buenaventura y Cali. Somos resilientes, resucitaremos. No claudicaremos. La nutrida marcha de ayer así nos lo indica. Los bloqueos matan.