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Por fin descansamos

Durante un período que se hizo muy largo, tuvimos al frente de...

6 de abril de 2016 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Durante un período que se hizo muy largo, tuvimos al frente de la Fiscalía General, al Dr. Eduardo Montealegre, un profesional, poseedor de títulos y reconocimientos académicos, con ínfulas que sobrepasan con creces sus méritos personales. Es claro que los colombianos estamos sedientos de justicia y hartos de la corrupción, pero también sosiego, libre de estridencias e impertinencias.Durante el tiempo que él desempeño el importante cargo de Fiscal General de la Nación, la institución perdió credibilidad ante la opinión pública, las encuestas lo corroboran. Su evidente proclividad de protagonismo lo llevó a aparecer con fatigante frecuencia en los medios de información, realizando declaraciones de toda índole, no pocas veces por fuera de sus atribuciones.Al final de su período manifestó: “Como Fiscal General me caractericé por ser políticamente incorrecto. Como no buscaba votos ni opinión pude decir libremente lo que pienso”. No cabe duda que opinó libremente sobre lo divino y lo humano, lo que deja indiscutibles dudas es su intención política. La Fiscalía privó de la libertad a Santiago Uribe, hermano del expresidente y hoy senador Álvaro Uribe, como parte de un proceso vigente desde hace 20 años. La entidad también involucró en una investigación de presunto fraude a los dos hijos del expresidente Uribe. En la actualidad la Fiscalía se encuentra indagando la actuación de Óscar Iván Zuluaga en los hechos por los cuales fue condenado el hácker Andrés Sepúlveda. La investigación del crimen del Dr. Álvaro Gómez se encuentra completamente empantanada. Personas como el exfiscal Alfonso Valdivieso, consideran que el Dr. Montealegre se dedicó a hacer política. Existen muchas formas en el ejercicio político, la de él fue particularmente evidente, aunque lo niegue. Otro de sus desaciertos fue la fronda burocrática que creó y los jugosos contratos de consultoría que otorgó; sin duda distribuyó mermelada. El de Natalia Springer fue el más escandaloso. Desconocemos el valor total de los contratos de asesoría que se autorizaron, sin embargo el que se le otorgó a la Dra. Springer es un buen ejemplo de la mano rota que prevaleció. Se empeñó en crear una nueva institución universitaria en Bogotá, existiendo un buen número de centros de educación superior de excelente calidad, que bien pueden cumplir la misión de preparar fiscales. Por fortuna fracasó en esta iniciativa. Su afán de protagonismo y de producir resultados espectaculares, indujo a la Fiscalía General a cometer errores dolorosos, que posiblemente le costarán no poco dinero a la institución, como el caso del exdiputado, Sigifredo López. Acusar y perseguir inocentes es inadmisible.El país entero clama por hacer más efectiva la lucha contra la corrupción. Al Presidente y a la Corte Suprema de Justicia le corresponde nombrar al nuevo Fiscal General. Ojalá no se equivoquen nuevamente. Se requiere un profesional probo de las más altas calidades intelectuales y humanas. Una persona que infunda respeto y confianza. El papel de la Justicia es, ahora más que nunca, trascendente. Estamos atravesando difíciles momentos de incertidumbre y polarización. Los acuerdos con los grupos subversivos han detonado un sin número de incógnitas. Las instituciones democráticas están muy cuestionadas y carecen de la credibilidad y la confianza necesarias.