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Perspectivas del 2019

Vale la pena repasar lo ocurrido en el 2018 para poder proyectar con cierto grado de certidumbre lo que podemos esperar del 2019.

8 de enero de 2019 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Vale la pena repasar lo ocurrido en el 2018 para poder proyectar con cierto grado de certidumbre lo que podemos esperar del 2019.

El año pasado podríamos calificarlo de variopinto. El crecimiento económico mundial superó escasamente el 3 %. Los EE.UU., el país con mayor PIB del globo, tuvo un crecimiento atractivo y una tasa de desempleo muy baja. Perdió dinamismo el crecimiento de China, pero en cambio la India se convirtió el país más populoso, con la tasa de desarrollo económico más acelerada del Planeta.

Colombia apresuró su paso en el segundo semestre y terminó bien. Sin embargo, su vecino Venezuela continúa de fracaso en fracaso, con escasez de alimentos y medicinas, obligando a su población a buscar nuevos horizontes en los países vecinos, ocasionando graves problemas sociales. Además, la represión se incrementa a diario, cometiéndose toda clase de abusos.

El Brasil tocó fondo y durante el 2018 mostró un cambio positivo en su comportamiento.

Durante el año pasado existió una recuperación moderada de los precios del petróleo que benefició a los países productores de este vital producto.

No obstante, además de signos esperanzadores también se presentaron hechos cuyas repercusiones nublan las perspectivas de este año.

El errático e inescrutable presidente Trump inició una guerra comercial subiendo los aranceles del aluminio y el acero, luego estableció barreras arancelarias orientadas a disminuir el déficit comercial con China. Como era de esperarse, su gobierno respondió de igual forma. Obró como un hombre de negocios, que sintiéndose fuerte trata de que su contraparte acceda a sus pretensiones, ignorando que los países no actúan de igual manera que el mundo de los negocios. Por lo tanto, a pesar de los acercamientos recientes entre ambas naciones, es difícil pronosticar cuáles serán las consecuencias de este comportamiento pendenciero. No se debe ignorar que la China y los EE.UU. son los países más poderosos del mundo en materia económica, con relaciones comerciales con el resto del mundo lo cual dificulta visualizar los efectos entrecruzados en esta maraña de intercambios. La globalización es un hecho irreversible, muy sensible.

Europa está pasando un mal rato. Inglaterra es una incógnita. La primera ministra May se encuentra en una encrucijada. Negoció un acuerdo con la Comunidad Económica Europea el cual ya fue ratificado por dicha corporación, pero el arreglo que logró, según ella el mejor posible, no fue aceptado por el Parlamento Británico. Está entre la espada y la pared. Italia gobernada por un populista requiere un ajuste presupuestal muy exigente. Tiene una deuda que sobrepasa su capacidad de pago. En Francia ya hemos visto las manifestaciones de los del chaleco amarillo. Se resisten a aceptar las medidas de austeridad necesarias para su salud económica. España continúa con la amenaza del desmembramiento de Cataluña.

Las tensiones entre Rusia y Ucrania siguen. Rusia construyó recientemente un puente para unir su territorio con Crimea y de paso controlar el estrecho de Kerch que da acceso al mar de Azov. Así consolidó su soberanía sobre la península.

En nuestro patio latinoamericano, Nicaragua va siguiendo de cerca los pasos de Venezuela.

Hay que prepararse para lo peor para cosechar lo mejor. La liquidez debiera ser la norma, hasta no ver la luz.