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Las 16 curules de la periferia

El Congreso, con sobradas razones, quiere que los representantes que se elijan provengan de las víctimas y no de los victimarios. Esta fue la razón principal de la controversia con el Gobierno, que no la ha comprendido, o el compromiso era el de favorecer al nuevo partido de las Farc.

26 de diciembre de 2017 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Vi con agrado que se hubiese pactado crear una representación para 16 territorios, abandonados completamente por el Gobierno Nacional, en manos del más fuerte, en este caso las Farc. Sin duda, la subversión se ha nutrido de la ausencia del Estado en varias zonas de nuestro territorio.

Si bien el expresidente Uribe realizó una gran labor represiva en dichos espacios, eso no basta, hay que llevarles educación, salud, justicia y ante todo esperanzas. Por eso los desplazamientos continúan. Esos habitantes prefieren privarse de las necesidades más esenciales en las ciudades aledañas, a vivir en un infierno sin posibilidades de progreso y desarrollo. Impera un esquema de gobierno excesivamente centralista. Existen departamentos que no tienen representación en el Senado, mientras a otros les sobran, además las diferencias económicas regionales son abismales. Como lo he repetido en múltiples oportunidades Bogotá concentra más del 50% de la riqueza del país, con el 16% de la población.

Ahora se ha creado un escándalo de grandes proporciones porque el Congreso ha negado ese convenio suscrito con las Farc, en la Habana. Claro está que si se realizan elecciones, los victimarios tendrán las de ganar, ellos aún controlan esas regiones. El Congreso, con sobradas razones, quiere que los representantes que se elijan provengan de las víctimas y no de los victimarios. Esta fue la razón principal de la controversia con el Gobierno, que no la ha comprendido, o el compromiso era el de favorecer al nuevo partido de las Farc.

Como casi siempre, en Colombia, se termina, en una disputa jurídica, bastante enredada, incomprensible para los ciudadanos del común. Somos leguleyos por naturaleza. De esto se aprovechan los políticos para sacar pecho y figurar en los medios. Muchas de sus actitudes responden a egos. La soberbia no es una buena consejera, puede que momentáneamente produzcan satisfacciones y algunos réditos políticos, pero con el tiempo la opinión pública comprenderá lo que se discute, cuando la información se decante.

El poder, no es solamente, una ambición humana inherente a la conducta de los hombres y mujeres, también se puede convertir en una enfermedad, la cual padecen muchos políticos, a quienes los induce a borrar las fronteras entre las conveniencias personales y las de los ciudadanos. Con frecuencia se olvidan que ellos fueron elegidos para servir a los ciudadanos y no a servirse.

Inafortunadamente, en los últimos tiempos los representantes en las diferentes ramas del Gobierno Nacional han perdido sintonía con los electores, lo cual ha minado la credibilidad, e incrementado la desconfianza. Se trata de la razón principal, para que las encuestas de opinión de favorabilidad de todos los estamentos del Estado y los políticos de postín estén por los suelos, razón por la cual abundan los candidatos que se lanzan, con el respaldo de firmas, a la Presidencia de la República y que se persigan las coaliciones. Se está votando por personas, con diversas tendencias ideológicas, pero sin el respaldo de las organizaciones de los partidos. Los partidos se sucumbieron en el desprestigio.

De estas contingencias saldremos, Dios mediante. Los colombianos somos fuertes y resilientes. De peores circunstancias hemos sobrevivido.

Feliz Navidad y próspero año nuevo a mis lectores.