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El Bulevar

Asistí en diciembre al nuevo bulevar de la Ave. Colombia, diseñado sobre...

15 de enero de 2014 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Asistí en diciembre al nuevo bulevar de la Ave. Colombia, diseñado sobre el túnel de la discordia. Lo califico de la discordia puesto que fueron muchas las voces que se levantaron contra su construcción; hasta demandas contra la contribución de valorización se interpusieron con el fin de imposibilitar su financiación.Lo visité con un grupo de amigos y mi esposa, todos ellos antiguos funcionarios públicos, quienes tuvimos el privilegio de servir a nuestros conciudadanos en el pasado. Acudimos un día de trabajo, a las seis de tarde, para evitar la pelotera y poder observar el espectáculo que se proyectaba (mapping) contra la fachada de los edificios de la Colombiana de Tabaco y el costado del teatro Jorge Isaacs. Valió la pena. Un juego de luces con figuras que evocaban esperanzas y añoranzas caleñas. Nos hizo recordar el hotel Alférez Real. Un caleidoscopio en sucesión frenética, muy atractivo.Luego caminamos hacia la Calle Octava entre un río humano, donde se podía observar la rica diversidad genética de nuestra población que transitaba con respeto y sin empujones; con un espíritu que contrastaba con lo que se vio en la cabalgata. Pudimos apreciar la decoración navideña, sobria y de buen gusto, para la complacencia de los visitantes. Llamaba la atención la inmensa concurrencia. Luego pudimos corroborar que el público acudió masivamente todas las noches, durante todo el tiempo de las festividades navideñas y de fin de año. Un buen espectáculo. Felicitaciones a todos los que colaboraron en su creación, planeación y ejecución. Definitivamente el túnel y el Bulevar le cambiaron la cara que más se reproduce de Cali, junto con la estatua de Belalcázar. Se recuperó una zona que se encontraba absolutamente deprimida, ausente de transeúntes. Nadie iba a deleitarse observando edificios abandonados. Se le volvió a dar vida al centro de la ciudad con actividades distintas a la del comercio ejercido por los mal llamados vendedores ambulantes, puesto que de todo tienen menos de ambulantes. Efectivamente ellos cumplen una función legítima, pero de manera desordenada e inapropiada y a veces abusiva. En otras ciudades latinoamericanas han logrado regularizar esta actividad, no así en Cali. Si ellos se apropian de estos nuevos espacios públicos, que no poco sacrificio económico les costó a los caleños, en vano se hizo el esfuerzo. Recuerdo la polémica que se desató cuando el alcalde de entonces, Dr. Jorge Iván Ospina, en buena hora, lanzó el proyecto de las megaobras. No voté por él y critiqué algunas de sus actuaciones como la creación del grupo de guardas cívicos, que costó mucho y no sirvió para nada, sin embargo también es justo resaltar el acierto de la inclusión del túnel y el bulevar entre las obras a realizarse. El hecho de que también estuviesen contempladas entre los proyectos que deberían haberse llevado a cabo en el pasado, no disminuye en nada su mérito. A Dios lo que es de Dios y al César lo que le corresponde.Muy satisfecha debe sentirse nuestra querida y destacada arquitecta Elly Burckhardt, quien fue vapuleada por la crítica durante la construcción del túnel por los enemigos del proyecto. Ya esas voces se han desvanecido en número e intensidad ante la exitosa realidad. Siempre será recordada como la diseñadora del túnel y del bulevar. Como cualquier obra de arte, de arquitectura o urbanística está sujeta a la opinión particular de cada observador. Este comentario lo dijo un amigo mío arquitecto, en medio de la consabida crítica, cuando se construyó el anillo central.