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Dilma y sus amigos

La semana pasada el Senado del Brasil apartó a Dilma Rousseff de...

18 de mayo de 2016 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

La semana pasada el Senado del Brasil apartó a Dilma Rousseff de la Presidencia, por un período de 180 días, para permitir la realización de un juicio político, cuya finalidad es decidir su continuidad en el cargo. El resultado de la votación para enjuiciarla fue claro y contundente, 55 votos a favor y 22 en contra. Dicho proceso fue avalado por el Supremo Tribunal Federal, equivalente a la Corte Suprema en Colombia. Se trató de evitar la sesión del Senado, mediante demandas interpuestas para impedir la viabilidad jurídica del procedimiento que se estaba llevando a cabo, el fallo fue claro y favorable a las decisiones tomadas, primero en la Cámara y luego en el Senado.Vale la pena anotar, que un proceso similar había ocurrido en el pasado, para juzgar al presidente Fernando Collor de Mello, quien renunció durante el juicio en el Senado; no obstante este hecho, fue finalmente condenado. Ahora es Senador por el estado de Alagoas, y podrá votar en el juicio que se le sigue a Dilma Rousseff. Él continúa siendo un político muy controvertido, presuntamente manchado en el escándalo de corrupción Lava Gato, al igual que su archienemigo, Lula Da Silva. Estos frecuentes sucesos, son los hechos que han desacreditado la clase política del Brasil.A Dilma no la están juzgando por apropiaciones indebidas, su acusación es producto del ocultamiento y la distorsión de cifras financieras estatales, con el fin de poder gobernar sujeta a un presupuesto amañado. Se le culpa de violar la constitución, que juró cumplir. Ante los escándalos de sobornos, sus transgresiones parecen minucias, lo que ha dado pie, para que la Sra. Rousseff, califique su proceso como una flagrante usurpación del poder.Sus colegas amigos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba, la acolitan en sus planteamientos, haciendo caja de resonancia a sus afirmaciones, además claro está, de culpar, a la derecha retrógrada y al imperialismo Yanqui de confabularse para deponerla. Cuando esto ocurre, se me viene a la memoria la imagen del comandante Chávez, en las que fueron, sus maratónicas alocuciones, y al presidente, Maduro, en la actualidad, sujetando entre los dedos un librito de la constitución, con el propósito de predicar la obediencia irrestricta a la carta magna. Una ley fundamental que actualmente interpretan a su amaño, con el propósito de limitar la acción del Congreso, hoy, en manos de la oposición.Otro argumento que estos jefes de Estado, de temperamento autocrático, pregonaron, fue el número de votos depositados en favor de la presidenta, Dilma; sin embargo, callan, cuando la disidencia cubana clama, sin descanso, por elecciones libres. Ninguno tolera, con respeto, las críticas de la oposición, todos, unos con mayor drasticidad que otros, han establecido cortapisas a la libre expresión. Actúan como los violinistas, toman el poder con la mano izquierda, pero lo interpretan con la derecha.Otra voz a favor de la presidenta, Rousseff, fue la de Unasur, un apéndice de la Presidencia de Venezuela. Su secretario general, Ernesto Samper, se pronunció como era de esperarse. Él fue sobreseído, en un juicio muy dudoso, por nuestro Congreso, acusado de recibir dineros de los narcotraficantes para su campaña. Su defensa consistió en argumentar que había sido a sus espaldas. Ha debido, por lo menos, callar.