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Desarrollo inequitativo

Existen dos maneras de apreciar la desigualdad en el aspecto económico, una considerando toda la población, la otra observando las diferencias entre las regiones.

23 de junio de 2020 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Existen dos maneras de apreciar la desigualdad en el aspecto económico, una considerando toda la población, la otra observando las diferencias entre las regiones. En ambas formas Colombia se raja. Somos un país donde las brechas en los ingresos disponibles superan los de muchos otros países. Ahora con la pandemia se hizo más evidente. El Gobierno Nacional y los regionales han hecho lo posible para compensar con subsidios esta realidad.

Ciertamente en la última década se ha disminuido porcentualmente la pobreza, pero necesitamos medidas para reducir las brechas. Claro está que nuestro objetivo debe ser el de lograr los mayores ingresos posibles, con una distribución más equitativa. No como nuestros vecinos venezolanos que procuraron la igualdad, destruyendo el aparato productivo y distribuyendo la pobreza, siguiendo el ejemplo de Cuba. Las diferencias subsisten en todas las naciones, lo importante es disminuir progresivamente las nuestras. Lo que debemos priorizar es lograr la mayor equidad posible y la abolición de la pobreza.

La tarea que nunca hemos iniciado es disminuir la gigantesca desigualdad entre las regiones. Existen, no pocas, en un abandono lamentable. Sus ciudadanos solo pueden progresar, abandonándolas. Sin embargo, hoy solamente voy a referirme a lo que denomino macrocefalia.

El domingo, don Ernesto De Lima escribió en El País un artículo titulado: ‘Los costos del centralismo’, en el cual narraba cómo existe, y progresivamente se aumenta, una concentración del poder político, junto con el económico en Bogotá. Dicha realidad no solo es inequitativa sino perniciosa, sirve de caldo de cultivo para la corrupción. La concentración de todos los poderes del Estado, y el económico, facilitan las componendas y los favores mutuos, como se evidencia frecuentemente.

La curiosidad me llevó a averiguar algunos datos económicos que sorprenden. Decidí sumar los presupuestos para el 2020 de las cinco ciudades más importantes después de Bogotá. La suma total de los presupuestos de Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena y Bucaramanga ascienden a $15,8 billones. El de la capital es de $21,0 billones. Las cinco ciudades agregadas solamente alcanzan a ser el 75% del de Bogotá, con un número equivalente de habitantes. El ingreso por persona de Bogotá en el 2018 equivalía a US$ 10.896; mientras el de Colombia, para el mismo año, era US$ 6.427, 40% menor. Bogotá región cuenta con un mercado de más de 11 millones de habitantes, lo que equivale al 22% de la población nacional. Estos datos provienen de Invest in Bogotá, con base en cifras del Dane.

Lo más grave aún consiste en que Bogotá, desde hace no pocos años, crece porcentualmente más que el resto de las regiones del país, por consiguiente, estas diferencias continuarán profundizándose. Obviamente, sus indicadores del desempleo son constantemente menores, sin considerar poblaciones como Buenaventura con indicadores de desempleo patéticos.

Lo incomprensible es que los legisladores, miembros del órgano representativo de las regiones por excelencia, no han tomado ninguna medida, contemplan apaciblemente como se profundizan las diferencias regionales y se incrementa de macrocefalia, en ocasiones la fomentan. Además, los ministros de Hacienda, ciudadanos bogotanos, o provincianos residentes en Bogotá, son insensibles al tema.