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Venezuela vive uno de sus peores momentos económicos. Se desmanteló el aparato...

26 de agosto de 2015 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Venezuela vive uno de sus peores momentos económicos. Se desmanteló el aparato productivo nacional. Se estigmatizó la iniciativa privada. Se confió el motor del desarrollo y la prosperidad de manera exclusiva al sector petrolero en manos del Gobierno. Más del 90% de los impuestos provienen de esa fuente. Se establecieron jugosos subsidios a la población con el propósito de obtener en reciprocidad el respaldo político, de esta manera se afianzaron en el poder los líderes del ‘Socialismo del Siglo XXI’, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Su movimiento ideológico ha gobernado Venezuela desde hace 17 años, aplicando las mismas políticas.El fracaso de la Revolución Bolivariana es evidente. El país se ha empobrecido, la escasez de productos básicos es indiscutible, la criminalidad se ha disparado, la inflación es galopante, en fin, se ha producido un caos económico de consecuencias nefastas para su población.El desplome del precio del petróleo se ha convertido en un problema que agrava aún más la agonía que sufren. Como se ufanaban sus gobernantes, Venezuela es el país de mayores reservas petroleras, infortunadamente representadas en crudos pesados, muy costosos de extraer, transportar y refinar. A los precios actuales la inmensa mayoría de sus yacimientos dan pérdida. No se preocuparon por estimular la diversificación de su sector productivo, les bastaba y les sobraba con la venta del petróleo.Ante el caos que vive nuestro vecino, fruto de sus equivocaciones, inicialmente no encontraron otro instrumento para sostenerse en el poder que culpar del desastre al Imperio. Con frecuencia sistémica arremeten contra los EE.UU. a quien atribuyen sus sufrimientos. De esta manera han pretendido disfrazar sus dolencias y estimular el patrioterismo.Ahora, sin embargo, esta estrategia no le ha bastado. El presidente Maduro, pretende exacerbar el nacionalismo inculpando a Colombia de sus fracasos. Continuamente atribuye la inseguridad reinante a los paramilitares. Insulta al expresidente Uribe, cuantas veces puede. Recientemente nos incrimina de estarles enviando emigrantes paupérrimos. Se olvida que en su territorio les han otorgado tranquilo refugio a los subversivos de las Farc, con propósitos inconfesables. Está en busca de chivos expiatorios, como una fiera acorralada. Igual le ocurre a la oposición en su suelo. Encarcela injustamente a sus líderes y los calumnia de estar promoviendo atrocidades. Sus deseos son órdenes, ya que estamos frente a un régimen autocrático que se ha apropiado de todos los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, además de haber creado unas Fuerzas Armadas paralelas, las Milicias Bolivarianas.Ahora ha resuelto cerrar la frontera de manera indefinida, perjudicando a la población que habita en ambos lados. Lo más grave de estas declaraciones y recientes decisiones es que está pisando terrenos de arenas movedizas, que pueden producir consecuencias inesperadas e indeseadas. Es probable que ni él mismo sea consciente de los riesgos que está tomando, posiblemente su desespero lo obnubile.Al gobierno colombiano le compete dar respuesta. Si bien debe consultar la prudencia, también debe tener en cuenta la dignidad. El exceso de prudencia se confunde con obsecuencia. No vayamos más tarde a arrepentirnos de no haber actuado a tiempo.