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Brechas incólumes

Se ha predicado la conveniencia de modificar las profundas brechas económicas existentes entre las regiones colombianas, las cuales perduran incólumes desde hace no pocos años.

8 de febrero de 2017 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Se ha predicado la conveniencia de modificar las profundas brechas económicas existentes entre las regiones colombianas, las cuales perduran incólumes desde hace no pocos años. Lo que hasta ahora se ha pretendido realizar solo puede calificarse de paliativos inocuos.
Los indicadores de bienestar que se publican, como el del desempleo o el de ingreso por persona, siempre muestran que Bogotá es la ciudad con mejores índices. Si bien las economías de las distintas regiones continúan creciendo, lo hacen a ritmos diferentes. En la Capital del país residen todos los ministros y sus múltiples dependencias e instituciones subordinadas, el Congreso con todas sus oficinas, además de las altas cortes. Allí también residen las casas matrices de las empresas más importantes del país, que prefieren permanecer cerca de las personas que toman las decisiones que más las afectan. Por razones obvias, allí se contrata la publicidad, las consultorías, se llevan los casos judiciales más importantes. No es por casualidad que allí también se otorguen los contratos más cuantiosos, y se paguen los honorarios y salarios más jugosos.

En Bogotá se paga la nómina de la gran mayoría de funcionarios del Gobierno Nacional. En cambio, los impuestos se recaudan en todo el territorio nacional. Hasta Buenaventura contribuye con más de $ 4000 millones anuales de aranceles. Colombia ha sido, desde tiempos de la colonia una nación excesivamente centralista. Hasta para obtener las autorizaciones más intrascendentes, se requiere viajar a Bogotá.

Recientemente estuve revisando el comportamiento de de las captaciones bancarias en los últimos diez años, de acuerdo con información oficial del Banco de la República. Lo que confirmé, no me sorprendió. Pues bien, veamos lo que ha ocurrido en esta última década. En el año 2006 Bogotá acaparaba el 55.15% de los depósitos bancarios de todo el país, o sea, más de la mitad, una ya de por sí alta proporción, no obstante, en año 2011, tan solo 5 años después, ya había captado 6% más, y cinco años más tarde, en el 2016, ese porcentaje había aumentado a 66.41%. Obviamente, en el resto del país, en la provincia, las captaciones se habían contraído en igual proporción.

Hasta cuando esta tendencia continuará sin hacer estragos; el tiempo lo dirá. El descontento de los ciudadanos blancos se ignoró, hasta cuando el candidato Trump lo manipuló. No se sabe hasta donde se puede abusar de una tensión social, sin que explote.

Debido a la obligatoria preponderancia económica que ejerce Bogotá, se dan fenómenos como el de la concentración de los ingresos. Exceptuando dos honrosos casos, todas las demás entidades financieras, eligieron la misma sede del Gobierno. A personas ponderadas les he escuchado decir: “Lo que no se registre en los medios de información bogotanos, no existe”. El 100% de los canales de televisión más importantes del país, las estaciones de radio y los periódicos más influyentes tienen sus instalaciones y sus casas matrices, lejos del mar y cerca de las estrellas. A diario nos bombardean con noticias de la Capital, en cambio se ignora asuntos importantes de ocurrencia en otras ciudades, y para muchos colombianos, la provincia remota simplemente no existe.

El mayor obstáculo para lograr una mayor equidad económica entre las regiones es el centralismo.