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¿Por qué?

Queda en evidencia que en nuestro país las autoridades se encuentran tomando decisiones en función de los grupos de presión. Hay que ponderar las políticas y ser consistentes

16 de agosto de 2020 Por: Alfonso Otoya Mejía

Esta semana me han asaltado una serie de preguntas que, aunque no guardan mucha relación, mantiene un factor común; la falta de consistencia y lógica en las decisiones que están tomando nuestros mandatarios. Seguramente movidos más por las exigencias de ciertos grupos de presión, que por el juicioso análisis técnico que debe primar en las medidas que nos afectan a todos.

¿Por qué abren los aeropuertos de Bogotá, Medellín, Cartagena y el de Cali no? Al comparar el comportamiento de las ciudades no encuentra uno ninguna evidencia epidemiológica que justifique esta decisión. El número de contagios o muertes en promedio de los últimos 5 días por Covid-19 es mayor en Bogotá y Medellín que en Cali. La tasa de infectados o muertos por este virus es más alta en Cartagena que en Cali. Sin embargo, son los aeropuertos de estas ciudades y no el de Cali los que están por abrirse en las próximas semanas. Dejando al Suroccidente como la única región del país sin comunicación aérea y totalmente aislada.

El aeropuerto que sirve a Cali fue el segundo en ser certificado por la Aerocivil hace más de un mes. Ha realizado más de 20 vuelos humanitarios con la aerolínea Spirit entre Cali y Estados Unidos. ¿Qué más piloto que eso? Las autoridades locales están en total acuerdo de abrir el aeropuerto. Sin embargo, el Gobierno Nacional autoriza abrir restaurantes, pero no el aeropuerto.

¿Por qué el MÍO debe ir a un 35% de su capacidad, pero las gualas si van a un 125%? Es visible cómo el transporte público legal de la ciudad se encuentra operando con capacidad reducida, generando altos costos para la Alcaldía, los operadores y la ciudadanía que ha visto afectada las rutas y las frecuencias. Sin embargo, también es visible que el transporte irregular o pirata no cumple ninguna regla de distanciamiento, y en el caso de las gualas, estas viajan con el cupo lleno y con personas incluso paradas en la parte trasera del vehículo. ¿Será que el virus no se trasmite en este medio de transporte o es que a la autoridad no le importa?

Por último, una de las más ilógicas situaciones es, ¿por qué los mayores de 70 años sí pueden salir a la calle, pero los menores de 18 años no? Los mayores de 70, hace unas semanas promovieron públicamente ‘la revolución de las canas’. No me parece ilógico que estas personas con tantos años de experiencia y quienes incluso escribieron nuestra Constitución Política, encontraran espacios y mecanismos para defender su autodeterminación y derecho a decidir. Sin embargo, se han olvidado de algo muy importante, y es que esa Constitución en la cual se abrigaron, también defiende los derechos de nuestros niños. Pero a ellos si los dejaron encerrados. Como los menores no pueden poner tutelas nadie defiende sus derechos.

El tema de los menores es complejo y solo hasta ahora se está
visualizando. En el día a día ocurre con el presupuesto de educación. Los universitarios que pueden marchar y hacer huelgas se llevan per cápita la mayor parte del presupuesto del Ministerio de Educación. Las protestas de los maestros son para defender sus propios intereses, pero no necesariamente de los menores. Infortunadamente todas las marchas de Fecode son para defender sus intereses sindicales que no necesariamente son las necesidades de los niños.

Queda en evidencia entonces que en nuestro país las autoridades se encuentran tomando decisiones en función de los grupos de presión. Hay que ponderar las políticas y ser consistentes.