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Los cerros de nadie

No podemos permitir que los cerros sigan siendo territorio de nadie y debemos exigir que nuestras autoridades asuman verdadera responsabilidad y den soluciones de fondo

30 de agosto de 2020 Por: Alfonso Otoya Mejía

Para los caleños se ha vuelto paisaje como proliferan las construcciones ilegales en los hermosos cerros tutelares de nuestra ciudad. Este no es un problema nuevo, pero en los últimos meses la situación parece desbordada ante los ojos permisivos y cómplices de la autoridad local.

Esgrimiendo razones ambientales, de riesgo sísmico, urbanísticas y visuales entre otras, durante años se ha prohibido cualquier tipo de construcción en nuestros cerros occidentales. Este planteamiento, aunque suena muy lógico, al no reglamentar su uso para esta amplísima franja de terreno, hace que sus propietarios se encuentren enfrentados a tener unos altos costos de mantenimiento y vigilancia sin percibir un posible retorno a futuro frente a esos gastos.

Por esta razón, algunos propietarios disminuyen la vigilancia y control de los terrenos con lo que automáticamente abren campo para que aparezcan los invasores. Infortunadamente existen mafias organizadas que explotan a personas de muy bajos ingresos apelando a la posibilidad de lograr el tan anhelado sueño de tener un techo propio. Los costos para nuestra ciudad son inmensos al tener, luego de estar construido el barrio, que entrar a dar solución a todas las necesidades urbanísticas, servicios públicos, parques, escuelas, andenes, etc. Algunos políticos ven en esta práctica un gran potencial electoral pero no calculan el daño que hacen al futuro de nuestra ciudad.

La concejal Diana Carolina Rojas en los últimos meses viene denunciando las invasiones que se están dando en barrios como Normandía, Cristales, Pance y la Buitrera. Preocupa que la respuesta de la Administración Municipal se encuentra cargada de evasivas, sin una estrategia clara frente a la protección de la propiedad privada y que desincentive la actividad invasora.

El Alcalde solo realiza pronunciamientos frente a las invasiones de Pance y con un discurso cargado de populismo se limita a plantear la construcción de un ecoparque. Ante esto me asalta una pregunta, ¿acaso la cuenca de nuestro río Cali, en su nacimiento y a la altura del jardín botánico y del zoológico no merece la atención del alcalde? Basta tomar la carretera a Buenaventura y solo a unos pocos kilómetros de la portada al mar se puede ver la proliferación de cambuches, lotes, casas en la margen izquierda del naciente río Cali ante la mirada impávida de las autoridades.

En Bogotá la empresa de acueducto compró y compra muchos terrenos de los cerros para así garantizar su protección. En Cali sabemos y conocemos la realidad de Emcali y pretender que sea esta la que asuma esta responsabilidad es inviable. Solo basta mirar que alrededor del club de sus empleados es uno de los mayores focos de invasión.

Si queremos mantener los cerros como los generadores de aire limpio y fresco, así como de agua para nuestra ciudad, el concejo debe reglamentar el POT con explotación urbana de bajísima densidad para esta zona de la ciudad. Esto se podría acompañar de la creación de unos bonos de incentivos tributarios que se puedan tranzar y por ejemplo beneficie a aquellos propietarios que reforesten los cerros y los mantengan libres de construcciones ilegales.

No podemos permitir que los cerros sigan siendo territorio de nadie y debemos exigir que nuestras autoridades asuman verdadera responsabilidad y den soluciones de fondo para que nuestras futuras generaciones no condenen nuestra desidia.