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Los candidatos de Ospina

En estas elecciones no nos dejemos engañar por el marketing político que busca vendernos candidatos que no son

30 de enero de 2022 Por: Alfonso Otoya Mejía

Una de las ideas importantes que incorpora la democracia, consiste en implícitamente consultar de manera recurrente a la gente si está de acuerdo o no con la forma que los políticos están gobernando. Por esta razón los países que tienen democracias desarrolladas tienen elecciones periódicas y frecuentes.

El caso colombiano no es la excepción. La Constitución plantea que cada dos años se realicen elecciones en nuestro país, permitiendo que las personas a través de su voto puedan apoyar o castigar a los partidos políticos por sus actuares en los últimos dos años. Sin embargo, esto parece ser solo cierto en el papel. En la práctica lo que vemos es una historia muy diferente.

Los partidos políticos en Colombia son vistos como dinosaurios anacrónicos que no contribuyen a la democracia y que por el contrario son los responsables de todos los males; corrupción, clientelismo, entre otros. Por esta razón los candidatos que buscan ser elegidos para cargos como Presidencia, gobernaciones o alcaldías, recurren cada vez con mayor frecuencia a la recolección de firmas.

La práctica de la recolección de firmas, si bien buscaba garantizar la participación de las minorías o grupos de ciudadanos que por distintas razones estaban siendo bloqueados por las prácticas internas de los partidos, se ha convertido en el mejor mecanismo para eludir la responsabilidad política y fomentar el caudillismo.

Hace dos años, el triunfo en Bogotá, Cali y Medellín de candidatos con marcada diferencia política con el gobierno de Duque, se interpretó como un sentido clamor por el cambio. Sin embargo, hoy esos mismos alcaldes tienen los más bajos índices de aprobación y dos de los tres están inmersos en procesos revocatorios de su gestión.

Pero este descontento ciudadano no se ve reflejado en las encuestas presidenciales. Varios de los hoy precandidatos presidenciales impulsaron a estos alcaldes y hoy gozan de una gran popularidad y posibilidad de ganar la presidencia. Es como si no existiera capacidad de asociación. Como sus aliados gobiernan las ciudades, ellos gobernarán el país.

En el caso de Cali la situación trasciende a las listas a la Cámara de Representantes. Ospina, fue elegido por el Partido Verde. Este partido está totalmente dividido y es difícil para todos interpretar quién está con quién. Ospina como hábil político que es, no dejó que el Partido Verde en el Valle se uniera a la Coalición de la Esperanza, así evitó que le bloquearan los candidatos asociados a sus prácticas. Ospina quería tener lista propia a la Cámara pero que nadie lo asociara con las personas que ahí estaban. Las listas del Pacto Histórico eran demasiado evidentes para este fin.

Hoy nos trata de engañar a los caleños con una lista del Partido Verde, con el eslogan ¡Confía!, donde muchos incautos electores pensarán que están votando por los ideales y candidatos de lo que antes fue el partido de Antanas Mockus. Se equivocan, las personas que voten a la Cámara de Representantes por el Partido Verde están votando por los candidatos de Ospina.

En estas elecciones no nos dejemos engañar por el marketing político que busca vendernos candidatos que no son, y ocultan las verdaderas alianzas que estos malos gobernantes tienen con las estructuras políticas que los apoyan. Cuando escojamos nuestros congresistas analicemos si estos apoyan a Ospina en el concejo o tienen participación en su gabinete. Suficiente tenemos con Ospina como alcalde, no votemos por sus candidatos.