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Hoy, cuando se está reactivando nuestra economía, más que nunca necesitamos del sentido empresarial.

24 de mayo de 2020 Por: Alfonso Otoya Mejía

En las elecciones locales de octubre de 2019 y posteriormente en las manifestaciones de inconformidad que se evidenciaron con las protestas del 21 de noviembre del mismo año, había una marcada tendencia de un grupo de la sociedad contra el sistema económico y en especial contra la empresa privada y los empresarios.

En esos momentos me cuestioné, ¿por qué se estaba produciendo esa reacción?, ¿por qué se estaba creyendo en falsos mecenas políticos que prometen realidades populistas que se han mostrado fracasadas una y
otra vez en muchas economías del mundo?

Cuando uno mira las estadísticas de calidad de vida, tanto en Colombia como en el mundo, se evidencia que si bien falta mucho por mejorar el acceso a derechos políticos, a servicios de salud, de educación, de agua potable actualmente es el más alto que se ha tenido.

El presidente Obama hace algunos años afirmó que, si se tuviera que escoger una época para nacer, sin saber su género, sin conocer su etnia, la religión o el lugar donde iba a vivir, sin duda escogería la actual. Creo que esta afirmación también aplica para Colombia hoy. El modelo económico ha mostrado, que, si bien tiene fallas y puntos por mejorar, permite que la mayoría de la población mejore sus condiciones de vida en comparación con su generación anterior.

Este modelo económico se basa en la existencia de empresas privadas y en especial de empresarios. Personas creativas, dispuestos a asumir riesgos, en la producción de un producto o servicio que con empeño, perseverancia y fe creen que va a ser exitoso. Estos personajes son capaces de endeudarse, sacrificar sus propios ingresos, en procura de pagar proveedores o empleados que garanticen el funcionamiento de su emprendimiento.

Hoy, cuando se está reactivando nuestra economía, más que nunca necesitamos del sentido empresarial. Requerimos de esa apuesta al futuro, que crean en nuestra economía, que arriesguen. Estos empresarios no nos están abandonando en la crisis, por el contrario, en la medida que sus posibilidades, continúan creyendo en sus emprendimientos, manteniendo los empleos, los proveedores, las obligaciones financieras, los impuestos y la esperanza.

Cuando hoy uno habla con trabajadores de distintos sectores se encuentra que están agradecidos con las empresas y sus empleadores, que aunque no están teniendo ingresos, o los han visto reducidos de manera dramática, han mantenido sus empleos y con ellos garantizado de alguna manera la estabilidad económica de sus familias. Esas personas hoy más que hace seis meses verdaderamente entienden la importancia de la empresa privada y los empresarios en una economía.
Como dijo el primer ministro inglés Winston Churchill, “muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca lechera que hay que ordeñar y muy pocos lo miran como el caballo que tira el carro”.

Espero que cuando esta pandemia pase y nuestra economía esté de nuevo floreciendo como seguramente lo hará, todos defendamos a las empresas y sus empresarios que creyeron en ella, en nuestros trabajadores y apostaron por un mejor futuro. Espero no le den la espalda creyendo en los mecenas políticos que hoy en medio de la pandemia lo único que han hecho es escribir uno que otro tweet que poco o nada aporta a que las familias efectivamente tengan recursos para poder salir a comprar un mercado, como sí lo hacen los sueldos que pagan los empresarios.