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Una isla de 5000 habitantes no puede demorarse 5000 días en ser reconstruida.

6 de diciembre de 2020 Por: Vicky Perea García

El huracán Iota descargó toda su furia sobre uno de los más hermosos parajes de Colombia. Los vientos indomables no tuvieron misericordia con la infraestructura de Providencia. Creo que hay consenso con la respuesta rápida y eficiente que como país debemos dar a los pobladores del archipiélago. Esta tarea de reconstrucción plantea unas realidades que, aunque no son nuevas, muestran la dificultad de lograr un desarrollo sostenible en la isla. Sin embargo, no se pueden convertir en la excusa para no lograrlo.

Una de las grandes dificultades que se tiene, es la marcada diferencia en la forma de concebir el desarrollo sostenible entre los pobladores del archipiélago y nuestros gobernantes bogotanos. La carente confianza entre unos y otros no permite que se avance con dirección clara y de manera rápida en la reconstrucción definitiva. Lo anterior sumado a la falta de pertenencia de los raizales con nuestro país. Esta debe ser la oportunidad de lograr que los isleños se sientan colombianos de verdad.

Desde que por primera vez se izó el pabellón nacional en 1822 en la isla de Providencia, muchas han sido las disputas independentistas o las pretensiones de gobiernos extranjeros por convencer a los pobladores que estarían mejor por fuera de Colombia. Conocemos de las nefastas intenciones nicaragüenses, que por cierto en circunstancias como estos no han aparecido. Es el momento para reivindicarnos con Providencia y demostrar que, a pesar de la distancia, el sentimiento patrio está ahí.

La falta de confianza entre los habitantes del Archipiélago y el Gobierno Nacional es un problema viejo que hoy cobra más relevancia que nunca. La falta de liderazgos visibles a nivel nacional de los isleños hace que en el corto plazo no sea viable reestablecer la confianza. Solo con medidas audaces e identificando liderazgos verdaderos en los pobladores se podrán construir en el mediano y largo plazo lazos de confianza que permitan una reconstrucción sostenida del archipiélago.

Debemos fomentar desde afuera que las eternas discusiones de forma no terminen empañando los buenos esfuerzos de muchos que buscan un mejor futuro para Providencia. De manera rápida se debe pasar de las intenciones a las realidades. La tarea de ejecutar siempre tiene riesgos, pues todos después saldremos a juzgar por qué no se hizo una cosa o la otra. Seguramente lo que se haga no va a quedar perfecto, se cometerán errores y tendremos que construir sobre lo construido para mantener la identidad cultural por la que hoy abogan.

No se puede caer en la sobre socialización de las soluciones. Hay que reaccionar rápido y eficientemente ante la carencia de techo e infraestructura básica que tienen hoy. Es la oportunidad de mostrar que el gobierno y el estado son capaces de reaccionar ante situaciones difíciles. Una isla de 5000 habitantes no puede demorarse 5000 días en ser reconstruida.

Evidentemente los retos son grandes, las costumbres y mentalidades diferentes, pero al final son colombianos que necesitan techo, educación, alimentación y negocios para sobrevivir. Esto se debe resolver y de manera rápida. Con eficiencia, seguro lograremos que quienes viven en Providencia se sientan más colombianos que nunca. Si es necesario construir unas casas, para que mañana sobre estas construyan otras mucho más coloridas y nativas, bienvenidas pues la reconstrucción es un proceso y ahora estamos es para construir cimientos.