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Lecciones de amor y humildad

Los católicos celebramos en estos días los el triduo pascual de la...

30 de marzo de 2013 Por: Alfonso Ocampo Londoño

Los católicos celebramos en estos días los el triduo pascual de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Es la prueba de que él era Dios y que su religión es la verdadera. Desde entonces todos tenemos la oportunidad de ir al Cielo que es unirnos a Dios en forma permanente.Jesucristo vino para redimirnos y enseñarnos que solo a través de sus preceptos encontraremos salvación y paz. Esta identificación de Dios con el hombre es el mayor acto de amor y la más importante enseñanza para nuestras vidas, pues solo siguiendo su ejemplo podremos llegar a él y encontrar la felicidad en esta tierra y en la vida futura ya liberados del mundo. La muerte después de la redención cobró otra dimensión; es la iniciación de otra vida, la eterna, para la cual debemos orientar nuestros actos.La enseñanza de Cristo debemos aplicarla en nuestra patria y sus preceptos deben ser la guía para mejorar la situación del país. El olvido de sus enseñanzas nos ha llevado al estado en que estamos, en el cual nos enfrentamos a unos grupos que quieren conseguir sus propósitos a través de la violencia, lo contrario de lo que vino a enseñar el Salvador. También nosotros tenemos la tarea de mejorar las condiciones en que vive nuestro pueblo, de unos hombres que son iguales en lo espiritual pero no viven dignamente.La Iglesia Católica ha escogido como pontífice a uno de sus eminentes cardenales que ha tomado el nombre de Francisco en memoria del santo de los pobres, Francisco de Asís, y ha planteado que uno de sus más importantes proyectos es ayudar a los pobres. Con su ejemplo ha sentado que es una persona humilde y sencilla, son las primeras enseñanzas de nuestro nuevo pontífice.El Papaen su primera homilía el Domingo de Ramos, aconsejó: “No seáis nunca hombres, mujeres tristes; un cristiano jamás puede serlo: nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nuestra alegría no nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a Jesús. De saber que con él nunca estaremos solos, incluso en los momentos difíciles, aún cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables llevemos a todos la alegría de la fe”. “La cruz de Cristo abrazada con amor, no conduce a la tristeza sino a la alegría”.Y les dijo a los jóvenes: “Os imagino haciendo fiesta en torno a Jesús. Tenéis una parte importante en la alegría de la fe que nos dice que tenemos que vivir la fe con un corazón joven, siempre, incluso a los 70 u 80 años. Con Cristo el corazón nunca envejece… Debéis decir al mundo que es bueno seguir a Cristo”.