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Vuelta atrás

En estos dos años el debilitamiento de la estrategia TIO es evidente lo cual afectó la necesaria lucha contra la pobreza y la violencia en Cali.

8 de mayo de 2022 Por: Vicky Perea García

Es lamentable cómo Cali en cuestión de dos años ha abandonado los avances sociales de casi una década, mientras el desorden y la anarquía ganan espacios. En octubre de 2020, aún en medio de la pandemia, el Alcalde presentó al Concejo de Cali un presupuesto anual para el 2021 que alarmó porque, si bien el presupuesto global de gastos aumentaba, los organismos del gobierno distrital encargados de temas sociales y de seguridad -como las secretarías de Bienestar Social, Deporte y Seguridad y Justicia- sufrían importantes reducciones abandonando así a los jóvenes y a los más vulnerables.

En la vida de comunas y corregimientos el reclamo de muchos líderes comunitarios es que los programas sociales de la Alcaldía se abandonaron. Hoy no es prioritario la atención a los niños ni a los jóvenes. Estrategias como Deporvida, programa de la Secretaría del Deporte que llegó a vincular al año a más de 28.155 niños y jóvenes en su mayoría de estratos 1, 2 y 3 en 28 disciplinas deportivas hasta 2019, dejaron de funcionar.

Mientras para 2018 los programas de fomento deportivo se llevaban casi las dos terceras partes del presupuesto de la Secretaría del Deporte, uno de cada tres pesos de los 36 mil millones de presupuesto inicial para 2021 de esa entidad, en plena crisis de bloqueos y covid, no iba a inversión social sino a terminar las tribunas del estadio Pascual Guerrero. Una aberrante configuración de prioridades de una alcaldía que decía representar el sentir del pueblo caleño. Si bien este año y el próximo la Alcaldía planea atender a 15 mil niños al año en el programa de semilleros deportivos, este número es notablemente menor a los 30 mil beneficiarios al año alcanzados durante el periodo de 2016 a 2019. ¿Y este compromiso sí se cumplirá?

Otro programa afectado fue los Territorios de Inclusión y Oportunidades, gestado por la alcaldía de Guerrero y fortalecido por Armitage, que intervino a 49 sectores vulnerables y a la totalidad de los corregimientos de Cali. A 2019, producto de la dinámica de las anteriores alcaldías, los TIO generaron espacios de resocialización para 600 jóvenes provenientes de pandillas, se crearon 200 bancomunales para facilitar el acceso al crédito en zonas vulnerables, se invirtió en 150 sedes educativas y se multiplicó por 10 la cobertura de los comedores comunitarios, con inversiones que superaron el medio billón de pesos. Este es otro abandono de la actual administración.

En estos dos años el debilitamiento de la estrategia TIO es evidente lo cual afectó la necesaria lucha contra la pobreza y la violencia en Cali. No tengo duda que tanto el auge de la inseguridad como el descontento social en amplios sectores son consecuencias de este descuido.
Los desaciertos se repiten con el programa Mi Comunidad es Escuela, que había logrado la recuperación de la infraestructura educativa y de la calidad de la educación, con unos resultados importantes en la reducción de la deserción escolar en los 45 colegios públicos intervenidos. Este programa desapareció cortando los efectos positivos que estaba teniendo en más de 80 mil estudiantes de los sectores más humildes.
Además abandonó otras iniciativas como los gestores de paz que beneficiaba a miles y miles de jóvenes.

Duele ver como la Alcaldía de Cali olvidó a los más necesitados mientras agita la bandera de lo social. Los problemas de Cali son muchos, y para atenderlos debidamente tenemos que dar vuelta atrás a lo mal hecho, y elegir a quienes son capaces de atender la calidad de vida y el futuro de los ciudadanos

Sigue en Twitter @alejoeder