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Los electores colombianos debemos tener presente para las próximas elecciones que nuestro enfoque principal debe estar en garantizar la supervivencia de nuestra democracia

13 de mayo de 2018 Por: Alejandro Éder

En dos semanas se llevarán a cabo las elecciones más trascendentales de nuestra historia reciente. La principal razón es que, a pesar de las dificultades, serán las primeras en medio siglo sin la amenaza permanente del terrorismo de las Farc. Caída esta cortina, vemos con más claridad los problemas que hace años nos agobian y que hoy se ven más agudos debido, entre otros, a la polarización política. Preocupa que muchas personas están olvidando lo fundamental a la hora de escoger por quién van a votar poniendo en riesgo lo más sagrado, es decir, nuestra democracia.

Si algo se ha visto a nivel mundial es que la democracia combinada con políticas económicas de libre mercado, es el mejor sistema de gobierno existente. De los 10 países más ricos del mundo en términos de PIB, todos con excepción de la China son democráticos. A pesar de ser un régimen comunista, este último encontró el desarrollo adoptando políticas económicas capitalistas de libre mercado. Claro está que no es suficiente que un país sea rico nada más. Si vemos entonces la lista del Índice de Desarrollo Humano del Pnud (2016), los países en los diez primeros lugares son democracias con economías de mercado. Más aún, los primeros 29 países en dicha lista, con excepción de Hong Kong, son democracias y todos gozan de políticas de libre mercado.

Colombia con todo y sus dificultadas es la democracia más vieja de América Latina. Como todas las democracias, la nuestra es imperfecta, pero ha funcionado. Tenemos una economía de libre mercado que se ha potencializado en las últimas dos décadas; hoy la cuarta más grande de la región. En los últimos años, en especial desde la Constitución de 1991, se han ampliado los derechos sociales de los colombianos, incluyendo entre otros el acceso a la salud y la educación, así como programas para la superación de la pobreza que han logrado que en los últimos 15 años 10 millones de colombianos salgan de la pobreza a la clase media.

Lamentablemente, ciertos discursos buscan cegar al electorado, jugando con el desespero de compatriotas que están agobiados por la insatisfacción de sus necesidades básicas. La inequidad, la falta de justica, la ineficacia general del Estado y en especial la corrupción y el clientelismo, son problemas que estamos pasados de resolver y que afectan la calidad de vida de todos. El llamado es a que, a pesar del desespero, incluso a veces desesperanza, no olvidemos lo verdaderamente importante, preservar la democracia por encima de apoyar propuestas que conducirán a su desmonte, con promesas románticas de difícil implementación que conllevan el colapso institucional y de su mano al colapso social y miseria para todos, tal como lo atestiguan numerosos ejemplos de otros países, algunos no tan lejanos.

Los electores colombianos debemos tener presente para las próximas elecciones que nuestro enfoque principal debe estar en garantizar la supervivencia de nuestra democracia, pues es imprescindible para lograr el bienestar social y económico que queremos. Sorteado esto, debemos luchar para que marche de manera eficaz. Esto pasa por exigir que tengamos un sistema de Justicia que ande y librarnos de la corrupción. La democracia colombiana no está funcionando de manera óptima para todos, pero como lo muestra la historia sí es el sistema correcto. No lo sacrifiquemos antes de ponerlo a andar, hay una responsabilidad de país a la hora de votar.