El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Nunca es tarde

El segundo factor que contribuye a la desconfianza es la inseguridad rampante. Al 22 de abril, Cali llevaba 292 muertes violentes, 7% por encima del mismo período del año pasado

25 de abril de 2021 Por: Alejandro Éder

Qué semana amarga hemos pasado los caleños. La tercera ola del covid nos tiene contra las cuerdas, con las UCI al tope y con nuevos encierros.
La inseguridad no da tregua con las muertes y los robos. La actividad económica no repunta; hay sectores enteros devastados y decenas de miles de ciudadanos sin empleo. Y quizás lo más grave es que muchos ya no creen ni en sus líderes, ni en las instituciones.

La ausencia de confianza en Cali la alimentan principalmente dos factores. El primero, es la percepción que muchos tienen que la Alcaldía de Cali no está cuidando la plata del pueblo, o que es corrupta. El ejemplo más resonante -aunque desafortunadamente no el único- fue el alumbrado navideño móvil y la llamada Feria Virtual que despertó la ira de los caleños y que la Contraloría de Cali cuestionó duramente en un informe preliminar la semana pasada. El costo de los dos eventos puede alcanzar $22 mil millones que se gastaron en un mes en medio de una crisis social y económica sin precedente. A esta barbaridad hay que sumarle la deuda de $650 mil millones, aprobada por el Concejo a la Alcaldía sin destinación clara. La ciudad hierve.

El segundo factor que contribuye a la desconfianza es la inseguridad rampante. Al 22 de abril, Cali llevaba 292 muertes violentes, 7% por encima del mismo período del año pasado. Esto, sumado a que los atracos a mano armada, la violencia contra las mujeres y el consumo y venta de drogas se han vuelto paisaje. La sensación de miedo, por toda la ciudad, inevitablemente afecta la economía, pues la gente asustada no sale a la calle a vivir y gastar. Tampoco se suceden las nuevas inversiones que hoy tanto necesitamos. Sin empleo aumenta la pobreza; con más pobreza más inseguridad.

Cali aún está a tiempo de recuperar el camino y frenar la caída, para ello la Alcaldía debe acometer ciertas tareas. Primero, Jorge Iván Ospina necesita un plan de choque para recuperar la confianza ciudadana en su carácter y su gestión. La forma más expedita para lograrlo es invitando a una organización de prestigio mundial como la ONG Transparencia Internacional o el Banco Interamericano de Desarrollo, para que implementen medidas de auditoría y transparencia amplias y suficientes para dar tranquilidad a los ciudadanos.

Segundo, hay que priorizar la seguridad. Esto significa por un lado convencer al Gobierno Nacional que la clave para mejorar los indicadores de seguridad de Colombia pasa por mejorar la seguridad en Cali, y que esto cuesta plata. Específicamente, necesitamos $250 mil millones para mejorar la infraestructura de seguridad y justicia. Así mismo, la Alcaldía tiene que aumentar el presupuesto de seguridad, que no llega ni a $60 mil millones cuando necesitamos por lo menos $120 mil millones. El Alcalde tiene razón cuando dice que la raíz de la inseguridad no es el secretario Carlos Rojas; es la falta de voluntad política de él mismo.

Finalmente, necesitamos un plan de reactivación económica ambicioso, claro e íntegro. Miles de familias caleñas lo han perdido todo, hoy muchas sólo comen una o dos veces al día. No es aceptable ante tal situación que no exista un plan. La prioridad debe ser la generación de empleo y el fortalecimiento de las Mipymes, articulándolas a las cadenas de valor que generan las grandes empresas, creando un fondo de garantías para préstamos, fortaleciendo sus capacidades de gestión, y abriendo mercados de exportación.

Todo esto suena difícil porque lo es, pero es posible. Si bien tocaba arrancar hace meses, nunca es tarde.
Sigue en Twitter @alejoeder