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La sorpresa electoral

Este país sorprende, para mal unas veces y para bien otras, pero el hecho es que sorprende.

29 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

Las últimas semanas han estado marcadas por la conmoción que han producido las movilizaciones ciudadanas en varios países de América Latina (Brasil, México, Ecuador, Argentina, Haití y sobre todo Chile), como expresión de la rabia y la desesperanza. Algunos ven allí un complot internacional originado en Cuba o Venezuela. Pero el hecho real es que se trata de la irrupción de un malestar social relacionado con la corrupción, la desigualdad, la amenaza a perder los logros sociales alcanzados y las posibilidades de cambio que ofrecen las instituciones democráticas.

La posibilidad de que se produzca un ‘contagio’ en Colombia, al existir condiciones propicias similares, ha llevado a algunos a preguntarse si el Esmad está suficientemente preparado para reprimir las protestas en caso de que se presenten. Sin embargo, contra todas las expectativas, un mecanismo institucional se ha interpuesto en el camino de esta eventualidad: las recientes elecciones locales han servido como exutorio para la expresión de la inconformidad y nos han salvado probablemente de una conmoción semejante porque han avivado la esperanza de un cambio. La protesta ciudadana se desplazó a las urnas.

Estábamos esperando unas elecciones en las cuales se reafirmaran las redes locales de poder, los aparatos clientelistas, las compras de votos e incluso, la violencia. Mucho de todo esto ha ocurrido porque los resultados son bastante heterogéneos, pero también encontramos novedades que no dejan de asombrarnos. Este país sorprende, para mal unas veces y para bien otras, pero el hecho es que sorprende.

El país le dijo no a los extremos y a la polarización y se perfila en el electorado una opción de centro. La derrota del uribismo en Medellín, su tierra nutricia, es extremadamente elocuente al respecto, al igual que la imposibilidad de Petro de imponer a su candidato en Bogotá. El partido de la Farc sólo logró un éxito, pero en nombre de otro grupo. Los signos de renovación política están a la vista: la importancia que ha adquirido el voto de opinión e independiente, la presencia de candidatos jóvenes y la gran votación de estos sectores, la participación de la mujer en la política, la importancia del voto en blanco como expresión de la inconformidad ciudadana, la elección por primera vez de una mujer como alcaldesa de Bogotá, representante además de una identidad de género estigmatizada. La crisis de los partidos y de las ideologías abre el camino a nuevas opciones políticas en el inmediato futuro: la mayor parte de los ganadores lo fueron en coalición y hubo muy pocos triunfos en nombre de un solo partido.

El gran perdedor es el partido de gobierno y el Presidente de la República, que en su discurso no pudo sintonizar sus proyectos inmediatos con la nueva situación política del país (¡Qué asesores!). Ante el vacío de liderazgo por parte del Presidente, los gobiernos locales adquieren ahora un inmenso protagonismo, en la conducción de los destinos del país. Claudia López se ha convertido en este momento en la principal protagonista de la vida política y del éxito o del fracaso de su función dependen en buena medida las perspectivas de la elección presidencial del 2022. Hay algo nuevo aquí.

PD. Los días 6, 7 y 8 de noviembre a partir de las 8:30 llevaremos a cabo en el auditorio 5 de la sede Meléndez de Univalle el XIV Coloquio Nacional de Sociología, con el tema ‘Dispositivos estatales y fronteras de la legalidad: El Estado colombiano en tiempos de incertidumbre’, con la presencia de invitados nacionales e internacionales. Discutiremos acerca de la acción del Estado en todos sus aspectos: burocracias, políticas públicas, mecanismos de intervención, lo legal y lo ilegal, lo público y lo privado, corrupción y redes clientelares. Todos están invitados.