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Vallecaucanas notables

Además de las mártires narradas en la columna anterior, existieron otras ...

6 de mayo de 2016 Por: Alberto Silva

Además de las mártires narradas en la columna anterior, existieron otras mujeres vallecaucanas quienes en los vaivenes de la Independencia perdían honras y bienes que nunca fueron restañados. El caso especial de Juana María Camacho, esposa del Alférez Real de Cali, Joaquín de Cayzedo y Cuero ilustra todo. Una vez fusilado el prócer en Pasto (primero en serlo en la Nueva Granada) quedó su viuda en manos del poder español quien le confiscó todos sus bienes dejándola en la indigencia y a cargo de su prole. Como ella hubo centenas en la región.Algunas vistieron harapos militares y fueron al combate. Otras afrontaron los vejámenes de la época como el sucedido a la caleña Mercedes Martínez del Coso y Scarpetta, a quien obligaron montar un asno y recorrer las calles de la ciudad sometida al vituperio público a cambio de perdonarle el paredón. El caso de María Antonia Ruiz es especial: el fusilamiento de su hijo José Antonio Aguilar en Buga a manos de los españoles impulsó en ella el deseo del desquite que le llegó en la batalla de San Juanito donde fue protagonista de la derrota española en jurisdicción del valle geográfico del río Cauca.El humanista y literato José María Samper definió magistralmente en un brindis el talante de la mujer patriota, en este caso, el de una de las damas palmiranas del contingente de mujeres (caso único en las guerras de Independencia de América) que enfrentaron y dieron muerte al último gobernador español de la Provincia de Popayán, Pedro Domínguez, y al grupo de sus guardas conformado por 80 húsares, el 2 de septiembre de 1819 en el combate de El Guanábano, hoy corregimiento de El Guanabanal en Palmira: Brindo con admiración por la sargento caucana/ la valiente palmirana María Marta Encarnación/ la que con abnegación en lo recio del combate/al ver que la muerte abate de su marido la frente/ toma su rifle caliente y heroica por él se bate.En la modernidad la mujer vallecaucana logró para las del resto del país el derecho al voto y le correspondió a Esmeralda Arboleda natural de Palmira esa gestión ante el Congreso para darle un vuelco total a los derechos civiles de la mujer colombiana. Fue además la primera senadora e igualmente la primera ministra en un gabinete de Estado. Abrió las puertas para que un tropel de mujeres preparadas llegaran a la vida de la Nación para gobernarla y dirigirla con la mayor eficiencia.Así llegó Graciela Hurtado Bedoya a ser la primera mujer vallecaucana en ocupar pupitre al lado de varones en el Colegio Cárdenas de Palmira y la primera de la región en graduarse de médica, profesión ejercida hasta hace poco cuando frisa los 94 venerables años de edad. Posee la dignidad de ser la única mujer en el grupo de médicos fundadores de la mundialmente reconocida Cooperativa Médica del Valle, Coomeva. Así llegaría también otra vallecaucana Doris Éder a ocupar por primera vez la Gobernación del Valle del Cauca que repite ahora Dilian Francisca Toro para acentuar aún más este matriarcado. El binomio de Consuelo Lago y María Isabel Urrutia, simbolizan el homenaje de la mujer vallecaucana a la Colombia negra; la primera, con Nieves en la cultura nacional y la segunda en el deporte olímpico Es noble el camino recorrido por la mujer en esta sección del país desde las primigenias aborígenes hasta las de ahora. Desde las compañeras de los conquistadores, pasando por las manumisas, las enclaustradas de los conventos, las juanas, voluntarias y heroínas, hasta las gerentes y presidentas de las grandes empresas de hoy.¿Falta algo por considerar, para rendir homenaje perenne a la mujer vallecaucana?