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Última batalla

Ya en Cali, Simón Bolívar dispuso la consecución de dos o más barcos para transportar 2000 soldados a Guayaquil, pero los servicios de inteligencia en el Pacífico le informaron la presencia de algunas unidades de la armada española.

17 de noviembre de 2019 Por: Alberto Silva

Ya en Cali, Simón Bolívar dispuso la consecución de dos o más barcos para transportar 2000 soldados a Guayaquil, pero los servicios de inteligencia en el Pacífico le informaron la presencia de algunas unidades de la armada española, que podrían dar buena cuenta a su ejército en mar abierto. Sin más opción le correspondió el turno de enfrentar el conocido y doloroso camino por Timbío, Almaguer, Patía, El Trapiche, Mercaderes, el río Mayo y el río Juanambú con el bagaje de 3000 soldados y su tren de suministros para llegar a la capital del valle de Atriz, la ciudad de Pasto. Hizo devolver desde La Porquera (El Carmen) y Papagayeros (Dagua) a las tropas del general venezolano Pedro León Torres, que ya habían sido enviadas rumbo a Buenaventura. Se preparó Bolívar entonces para salir junto con ellos a Pasto.

La ciudad de Pasto había sido el refugio permanente de gran parte de la aristocracia payanesa, durante los largos años de Independencia entre los que se encontraba siempre el Obispo de Popayán. En Pasto vivían temporalmente y desde allí regresaban continuamente en el vaivén de las luchas entre patriotas y realistas. La población pastusa indudablemente era manejada con férrea mano por la Iglesia, encargada de inculcar en ella los sentimientos hacia Dios y el Rey de España. A esa feligresía habría de enfrentarse Bolívar a quien el Obispo payanés, le endilgaba el título de enemigo de la Iglesia. Les habían inculcado a los pastusos que Dios y el Rey eran una sola persona y la nueva República era el demonio.

El 26 de enero de 1822 Bolívar salió desde Cali para Popayán rumbo a Quito. Aun cuando contaba con el aporte de ingleses, venezolanos, socorranos, boyacenses, santafereños y por supuesto, con más de un millar de vallecaucanos en sus filas, fracasaría de cualquier manera.
A comienzos de marzo, salió de Popayán con 3000 hombres y cruzó la región del Patía. Las poblaciones por donde pasó les hicieron la vida imposible a los patriotas. Les espantaron a los rebaños de ganado vacuno que llevaban las tropas para su alimentación. Además de quemar y destruir sus propios sembradíos, escondieron consigo sus ganaderías para no dejarles comida y luego hostigarlos por la retaguardia.

El 16 de marzo recogió a todo su ejército en Miraflores. Las pérdidas eran cuantiosas por las enfermedades, las deserciones y las bajas resultantes de los enfrentamientos menores. En la medida que se acercaban a las breñas y despeñaderos de los ríos Mayo y Juanambú, fue perdiendo utilidad la caballería y solo se utilizaron las bestias para el transporte de carga. La caballería tendría escasa utilidad como arma de combate en los desfiladeros de Juanambú y en las faldas del Galeras. El 29 de marzo cruzaron el río Juanambú, treinta kilómetros aguas abajo del conocido paso del boquerón, sin sufrir mucha resistencia.

Nueve días después, el 7 de abril, empeñó Simón Bolívar la batalla de Bomboná, en la hondonada de Cariaco, en el lado occidental del volcán Galeras. Fue la última batalla de la Independencia y la más sangrienta ocurrida en territorio granadino, donde sólo la suerte logró salvarlo. En la tarde de ese día se inició el enfrentamiento sobre el más impresionante accidente geográfico, una descomunal hondonada de origen volcánico creada por los lahares y deslaves, en cuyo fondo de oriente a occidente hace su curso la quebrada de Cariaco. Por allí, por su extremo oriental en la parte más alta, en su nacimiento cerca de la montaña, existía el único paso que las tropas del Libertador debían cruzar irremediablemente. El combate duró cuatro horas hasta bien entrada la noche, sin conocer cada cual su posición en ese momento.