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Pelaron el cobre

Debe ser duro para los chocolateros y confiteros de Medellín y Bogotá,...

8 de enero de 2016 Por: Alberto Silva

Debe ser duro para los chocolateros y confiteros de Medellín y Bogotá, junto con sus compañeros de yunta como los son el Ministerio de Comercio e Industria y una conocida emisora de radio, ver a la planicie vallecaucana ordenada y cultivada en contundente demostración de alta y refinada técnica de producción y transformación de la caña de azúcar en diversos productos. La fatiga que sienten en la boca del estómago se parece al sexto pecado capital. Invitamos a los pobrecitos sin nadita que comer del grupo paisa y rolo quienes sin sonrojarse se titulan como “productores” de alimentos, cuando en la realidad son opulentos procesadores industriales, intermediarios, comerciantes y embotelladores de alimentos primarios como cacao, leche, azúcar con agua y otros más, a que dejen de hacer el ridículo lobby ante el gobierno, tendiente a tumbar la barrera arancelaria protectora contra la importación de azúcar para sus mismas empresas. Objetivo que de lograrse lesionaría en forma grave a miles de campesinos, cabezas de familias, paneleras y de otras áreas, esos sí, verdaderos productores de alimentos del país, a quienes les quitarían el pan de la boca con tal medida.Dicen en los clubes financieros de Bogotá y Medellín que la vida de los habitantes del valle geográfico, (Valle, Quindío, Cauca y Risaralda), es regalada, pues sólo les basta con sembrar caña y echarse luego en una hamaca a oírla crecer, para después recibir por correo el chequecito. Que desconocimiento. No tienen idea sobre la operatividad en los cultivos, ni cómo comenzó esto por acá hace 479 años con la conquista del valle geográfico del río Cauca y la fundación de Cali, dos años antes que la de Santafé de Bogotá y 140 antes del nacimiento de Medellín. A nuestros ancestros criollos y mestizos les tocó batirse en la planicie con una densa selva, malsana y lacustre, donde le daba fiebre a la quinina, armados con rudimentarias herramientas de labranza para derribar descomunales árboles y abrir el espacio vital para sus ganaderías, trapiches y cultivos del pan coger. Las calaveras de generaciones vallecaucanas empedraron el suelo para transformar el teatro de insalubridad, aislamiento y hostilidad del medio, en el esplendoroso campo culturizado que se exhibe ahora ante el país y el mundo. Cada generación ensayó variedades de cultivos y técnicas para transformar la región y hacerla parte de esta Colombia que todos amamos. Fuimos los primeros en la Independencia en manifestar nuestros sentimientos de libertad, los primeros en aportar héroes y mártires, y primeros también cuando se llamó a financiar la lucha.Después de cuatro siglos de agresión y depredación medioambiental, ejercidas en toda Colombia, (la biodiversidad era letra muerta) los vallecaucanos tomamos la delantera en su recuperación desde hace más de 60 años, para remendar el deterioro de la naturaleza con la creación de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca CVC, entidad replicada hoy en gran parte del territorio nacional. Entonces la cosa es bien distinta a la visión de Cecilia Álvarez, Ministra de Comercio e Industria. En el valle geográfico recibimos de nuestros ancestros un territorio sudado y trabajado con sus manos, nada regalado. Igual a como recibieron sus paisanos cartageneros el corralito de piedra, construido por ellos con su propia sangre, ahora convertido en especial destino turístico o los antioqueños igualmente con su subsuelo repleto de oro y así cada cual en el país con lo suyo.La intención de acabar con los aranceles protectores contra la importación de azúcar, es parcialismo del Estado en favor de algunos industriales, quienes buscan preservar su jugosa rentabilidad frente a la devaluación del peso, a costa del hombre de campo, después de disfrutar por mucho tiempo del dólar barato.