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Masacre anunciada

Del Libertador a los vallecaucanos: "Vuestra conducta ha sido heroica, y por tanto digna de alabanza. Recibid pues, la gratitud de Colombia y la mía".

24 de noviembre de 2019 Por: Vicky Perea García

En el teatro de la batalla de Bomboná situado al borde sur de la cárcava, se encontraban las tropas realistas comandadas por el español don Basilio García y el coronel pastuso Tomás de Santacruz, con su cuartel general en la casa de la hacienda Cariaco y en frente, en el borde norte, separados por la profunda hondonada, estaban los patriotas comandados por Bolívar, situados sobre la planicie de Bomboná que por aquella época poseía potreros de ganadería y amplios cultivos de caña para producir panela con mercado en Sandoná, Consacá, Yacuanquer y Pasto.

Fue una masacre a cielo abierto y los resultados solo se apreciaron al otro día. Los españoles esperaban que las fuerzas libertadoras descendieran al fondo de la cañada que posee cien metros de profundidad, doscientos metros de ancho y tres kilómetros de longitud para luego tomarlos en subida y darles de baja cómodamente desde el borde opuesto donde los esperaban. En plena batalla Bolívar le decía a uno de sus oficiales: Mire como entran de bien nuestras tropas. A lo que el oficial le respondió: Sí, mi general, pero no salen.

Fue una torpeza de Bolívar aceptar ese combate, solo justificable por la inmensa distancia que lo separaba en ese momento de las fuentes de aprovisionamiento del Patía, Popayán y el Valle del Cauca. La determinación era pasar o pasar a toda costa por Bomboná hacia el territorio de los pastos, hoy Túquerres, y evitar hacerlo por la ciudad de Pasto. No logró ni lo uno ni lo otro.

Ambos, el jefe realista don Basilio García y el Libertador Simón Bolívar, asumieron pretenciosamente, cada cual, haber ganado la batalla a costa de cuantiosas pérdidas. Bolívar perdió una tercera parte de sus hombres, casi 1000 combatientes. Había sido conducido a ese matadero a instancias de José María Obando y hoy no se encuentra la razón válida para que esto hubiese sucedido, a menos que este personaje lo hubiera inducido a caer en la trampa. Así cada bando permaneció en sus posiciones durante un mes.

Bolívar frustrado y con su ejército en precarias condiciones, se retiró 90 kilómetros hasta Mercaderes en busca de víveres y suministros, sobrepasando de nuevo pero en sentido contrario los ríos Juanambú y el Mayo. En tanto, sin ellos saberlo, Sucre triunfaba en la batalla de Pichincha y tomaba a Quito el 24 de mayo. Basilio García, al conocer primero que Bolívar la noticia y verse situado entre dos frentes, le envió un emisario al Libertador el 28 del mismo mes y le propuso la capitulación de Pasto.

La rendición se firmó el 6 de junio, en el sitio de Berruecos, irónicamente muy cerca del lugar donde sería asesinado ocho años después el Mariscal Antonio José de Sucre. Firmaron la Capitulación por parte de los españoles, los coroneles Pantaleón del Hierro y Manuel Retamal. Por parte de los patriotas lo hicieron los coroneles Gabriel Pérez y Vicente González. El 8 de junio de 1822 entró finalmente Bolívar a Pasto, acompañado por el comandante español Basilio García, cubiertos bajo palio según costumbre como en las grandes conquistas.

Era el cenit de la liberación colombiana. Habían pasado tres años y cinco meses desde la batalla de Boyacá, que no había sido la última ni definitiva en territorio colombiano. También habían pasado once años desde la primera batalla de Independencia en el Bajo Palacé, donde los vallecaucanos fueron los primeros y curiosamente ahora eran los últimos en combatir y morir para lograr la libertad de Colombia.

Del Libertador a los vallecaucanos:

Vuestra conducta ha sido heroica, y por tanto digna de alabanza. Recibid pues, la gratitud de Colombia y la mía.

Popayán 26 de agosto de 1829.
Simón Bolívar.