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Entonces, reubiquemos a Cali

Un racismo estúpido es el que se evidencia con esto del ataque a la estatua de Sebastián Moyano de Belalcázar como fundador de Santiago de Cali y de Popayán.

29 de septiembre de 2020 Por: Alberto Silva

Un racismo estúpido es el que se evidencia con esto del ataque a la estatua de Sebastián Moyano de Belalcázar como fundador de Santiago de Cali y de Popayán, además de un desconocimiento salvaje de nuestra historia patria a todo nivel: presidentes, gobernadores, alcaldes y de ahí para abajo pues la cátedra de historia fue excluida del pensum en escuelas y colegios hace 40 años y ahí están los resultados. Increíble. Por coincidencia, ahora se pretende restaurarla por mandato de la Ley 1874 del Congreso de la República del 27 diciembre de 2017.

Como la ignorancia al respecto es pandémica, la inmensa cantidad del pueblo colombiano da positivo a ella. Entonces, para que nos vamos entendiendo, debemos afirmar que todos somos un gran mestizaje con diversos matices y proporciones. No existen grupos étnicos puros. De los indígenas quedan a duras penas sus vestimentas puesto que los conquistadores europeos a falta de mujeres blancas en profusión, en los siglos de invasión, cohabitaron con miles de mujeres indígenas y por tanto, sin excepción, en Colombia los grupos mitocondriales de la población por lo anteriormente expuesto, indican que todos tenemos sangre indígena.

Y de la población negra, ni hablar. Tenemos en toda la sociedad colombiana una ascendencia negra, ancestral y primaria, desde los confines del Pitecántropus en África. Así también se comprueba por el ADN. El matiz negroide puro ya no se encuentra a simple vista fácilmente. El negro betún desapareció. Hoy se ve una población mestiza, donde domina el mulato o de piel morena, porque la pigmentación negra es una característica genética dominante de la blanca.

Esto no es ningún misterio. Hagan la prueba; tomen una tasa de leche y mézclenla con otra de café para ver lo que pasa: el blanco y el negro desaparecen. Solo queda el café con leche en todos sus matices posibles. No queda ni chicha ni limonada, como dicen las señoras. Y esto mismo le sucedió a todas las naciones europeas en el momento de la conquista, cuando como en el caso de España el grupo étnico que aportó al mestizaje indígena nativo de América era una mezcla de moros, romanos, griegos, judíos, en una mescolanza enorme.

Debemos afirmar también que el indígena entró al Valle del Cauca hace aproximadamente 8000 años y todos los que conformamos la actual Colombia, tenemos los mismos derechos que asumieron ellos, al establecerse aquí, como lo ha hecho la humanidad en toda su historia.

Aquí en Cali y en el Valle del Cauca como en todas partes del mundo, honramos a nuestros héroes y heroínas, así ellos no hayan sido inmaculados, de lo contrario debemos olvidarnos de Bolívar, Napoleón, Colón y demás en otra lista muy larga. Y si de monumentos se trata, preparémonos entonces para derribar las pirámides de Egipto, la Muralla China o las de México o cualquier otro vestigio de esclavitud, y refundemos a Santiago de Cali en cualquier otro sitio del departamento para no herir las falsas susceptibilidades de los racistas mestizos indígenas, negros y blancos.

Resumiendo: en Cali y el Valle del Cauca somos respetuosos de nuestros vecinos mestizos. Acá no acostumbramos ir a decirles a quienes han de honrar sus memorias, con nombres, monumentos y demás recordatorios. Pero de igual manera no vamos a permitir que vengan acá a decirnos qué hacer con los nuestros, como lo que va a pasar con el debate público sobre la estatua de Belalcázar propiciado por la Alcaldía. Inteligentes y mejores proyectos para la capital tiene diseñados el señor alcalde, para que venga ahora a meterse en esto.